jueves, 9 de septiembre de 2010

Anoche

Hubo vino, helado de chocolate, velas, música suave, y cantidades ingentes de amor.
Un amor que se desbordo haciendo que nuestras pieles brillasen, que nuestros labios se buscasen y nuestros cuerpos que por fin se habían encontrando, se negasen a separarse. Sentí su corazón latir en mi pecho, y la felicidad tomó forma de lágrima. Las emociones que trataba de contener escaparon de su pobre encierro. Loba aullando de placer a luz de la luna, queriendo reclamar para si, aquello que poseía en ese momento.
Las primeras luces del alba me hicieron abandonarlo, dejar mi lado a su lado. Pero nada me hará olvidarlo. Y nada puede evitar, que anhele su presencia, y que empiece a dolerme su ausencia.

2 comentarios:

  1. Hay noches que debieran durar la eternidad.
    Preciosa entrada.
    :)

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  2. Hubo una velada perfecta ayer, y una perfecta forma de narrarla y transmitirla hoy. Gracias.

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