martes, 27 de diciembre de 2011

En plural.

Cuando me hablas en plural, cuando usas palabras como nosotros, hemos, estamos ,somos, y sé que yo no entro en ellas, cuando sé que no formo parte de ninguna de ellas, es justo entonces cuando sé, sin lugar a duda alguna, que sobro.
No me planteo si lo haces a conciencia, puede que no, pero están ahí porque están en tu cabeza, en tu vida, y yo no estoy en ellas.
Siempre te digo que las palabras importan mucho, el qué se dice, el cómo se dice, el cuándo se dice, todo... dice.
Y para mi dice que no soy alguien a tener en cuenta, sólo esos escasos momentos en los que estamos juntos. Lo siento, supongo que si leyeras esto dirías como tantas y tantas veces que vuelvo a dudar de tu amor. ¿Y cómo no hacerlo cariño? Es posible que me quieras como dices, pero si es así, no entiendo el por qué de tantas y tantas cosas, no lo entiendo, no soy capaz de comprender. Quizá me mantienes porque yo no me voy, puede que sólo por eso. Algunas veces cariño, algunas veces tengo tantas ganas de irme, de dejarlo todo, incluyéndote a ti. No me necesitas, ya tienes un plural sin mi.
Quizá cuando pasen las navidades, dejes de hablarme en plural, para incluirme en tus palabras de la manera de que sea.

jueves, 22 de diciembre de 2011

¿Feliz Navidad? Segunda parte

Y allí estábamos, todos.
Los imposibles, él y yo.
La Navidad es época de reencuentros, pero hay algunos que no deberían suceder en ningún momento del año.
Esta Navidad se está llevando la palma en cuanto a poner las cosas difíciles y raras, a ver como acaba la cosa...

Y por cierto...

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

Honraré en mi corazón la Navidad, y procuraré conservarla durante todo el año.
Charles Dickens.

lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Feliz Navidad?

Estropeé una noche perfecta, un día perfecto.
Tuve un tonto arrebato. Hablábamos de algo que quizá él podía hacer, por mi, sólo por mi, sin mas sentido que el de estar más tiempo conmigo. Y me dijo que no, que no lo haría. Salí corriendo del lugar donde estábamos, no quería seguir hablando, no podía soportar el dolor que ese simple no me causó. Se enfadó, hasta el punto de decir que lo mejor era terminar con todo aquello en ese mismo momento. Perdí el control un segundo, y he echado a perder la paciencia que creo haber demostrado todo este tiempo. No encuentro las palabras para hacerlo cambiar de idea, no sé que decir ni que hacer. Le dije que algunas veces me resultaba insoportable la idea de saber que nunca sería para mi, que nunca habría más de lo que hay. Él me pidió que hablase, que me desahogase, y abrí con esas palabras la maldita caja de Pandora de su conciencia, de sus remordimientos. Y ahora no sé qué hacer para volver a cerrarla, ni siquiera sé si se podrá, y a ratos, ni siquiera sé si debo seguir intentándolo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Amor, amor, amor...

El amor es una flor de rara belleza que crece en los lugares mas insospechados.
Se alimenta de sentimientos, de palabras, de gestos, de caricias, de besos, de compañía, de risas, de lágrimas, de silencios, de paciencia, de generosidad, de agradecimiento, de miradas.
Te hace sentir muy vivo, tan vivo que parece que lleves el corazón en la piel. Las alegrías son más alegres y el dolor duele mucho más, no se es indiferente a nada.
Esa extraña flor crece, fragante, hermosa, es fuerte, pero a la vez tan delicada...
Necesita de mimos y atenciones, necesita que los dos queramos sacarla adelante. Tú y yo, somos esa flor, somos ese amor.
Y ahora mismo, está más bonita que nunca, no la hay más linda ni más lozana.
No hay nada como disponer de un poco de tiempo, para ti y para mi, para ejercer... de jardineros.

jueves, 8 de diciembre de 2011

......

En este cuento soy princesa, guerrera, y sin más remedio trato de ejercer cada día de hechicera. Y no sólo por querer hechizar al príncipe con algún encantamiento, de vez en cuando no puedo evitar mirar.... en mi bola de cristal
Me siento y la miro fijamente, queriendo atisbar en su transparencia el futuro. Lo que veo no me gusta.
Preveo cambios, otra vez, de nuevo mi pequeño mundo se verá trastornado por ellos. En cada cambio el terreno que he podido ganar en unos aspectos, lo he perdido en otros. Con cada cambio, cada vez, he perdido tiempo, su tiempo. Me queda el justo para no pensar que todo esto no es más que un sueño, el justo para saber que este sentimiento forma parte de una realidad, con menos, con menos no podría seguir sacando adelante este amor. Y ese cambio esta ahí, a principios de año. He temido cada uno de ellos, he resistido cada uno de ellos, y ahora, toca otro. Conozco el alcance de lo que siente por mí, y a pesar de que hace un par de días sentía que había avanzado, puede que no fuese mas que un espejismo pasajero. Él me quiere, mucho, como a nadie, pero no quiere una vida conmigo. Por lo tanto de ahora en adelante y quizá teniendo que usar algún hechizo, él deberá pensar de mi justamente lo mismo, que lo quiero, mucho, como a nadie, pero no quiero una vida con él.
Y si he de mentir, mentiré.

martes, 6 de diciembre de 2011

Parte de guerra.

Alguna que otra vez he descrito esta historia de amor como si de una batalla se tratase. Más bien es un ejercito, que sitia una fortaleza esperando poder conquistarla para siempre.
Ese ejercito soy yo, pertrechado para resistir incluso el frío del invierno que se avecina, apostado a una distancia prudente para recibir el menor daño posible, pero dispuesto a todo. Un ejercito formado por los más valientes, aguerridos, osados y fieros soldados, pero comandado por mi, que los mantengo a raya. Sus ordenes son simplemente aguantar, pero a la vez deben estar atentos al más mínimo resquicio en las defensas de la fortaleza, y en ese caso, avanzar.
Quizá tras una muestra de mi fuerza, tras dejar que desde esa fortaleza vieran como mis tropas practicaban con la espada, tras expresar que posiblemente un día, cansados mis soldados de tanta inactividad abandonasen el sitio del lugar, que quizá en esa fortaleza no se guardaban las riquezas de las que se hablaba, que quizá lo que había en su interior no era tan maravilloso como parecía, tras todo eso...
He visto como bajaban la guardia del castillo, como algunas, pocas, piedras que conforman ese muro infranqueable caían desmoronadas, como incluso, a ratos, me ha parecido ver movimiento alrededor del puente levadizo. Casi, casi, casi, ha sido una invitación a avanzar.
Con precaución, con mucha cautela, he levantado el campamento para instalarlo tan sólo unos metros más allá, más cerca, y justo desde ahí... continuar la espera.
Mi ejercito y yo seguimos resistiendo, animados por el breve avance. Somos conscientes de, en realidad, lo inútil de esta batalla, de mantener sitiado algo tan inalcanzable. Pero el capitán de la guardia del castillo sigue encontrándose a escondidas y amparado por la oscuridad conmigo, el comandante en jefe de las tropas invasoras, y confió, en que en alguna de esas escaramuzas sea capaz de convencerlo de que me deje entrar, de que rinda la fortaleza de una vez por todas.
Y alzarme victoriosa en mi conquista.

lunes, 28 de noviembre de 2011

.......

Una vez leí que el infierno no es tal y como nos cuentan, es diferente para cada uno de los que lo merecemos, cada cual tiene su propio infierno.
Me pregunto si no habré muerto en algún momento sin que haya llegado a saberlo. Me pregunto si esto que llamo vida, no será más que mi existencia en el infierno, en mi propio y particular infierno.
Verte llegar sonriente, sentir tu mano helada en mi rostro sin que me de tiempo de retenerla un instante, sin poder tomarla entre las mías y calentarlas. Mirar el reloj sabiendo que me queda sólo un minuto, quizá dos. Servirte el café, acercarte el azúcar y... decirte adiós.
He pasado cuatro días esperando eso.
Y pasaré otros tanto esperando un momento parecido, sólo que la mano helada sera la mía, y el rostro tibio que buscaré será el suyo.
¿No es un verdadero infierno?
Debe serlo porque se me muestra la gloria mas infinita y se me niega. ¿Acaso hay castigo más cruel?

sábado, 26 de noviembre de 2011

Voces.

Algunos días algo en mi interior se niega a estar sin ti.
Sí, lo sé, lo sé, cuantas y cuantas veces renuncio a ti, tantas cariño mío, tantas que ya he perdido la cuenta.
Empiezo por creer que voy a verte, hace días ya, estoy en casa, esperando, esperando, esperando, esperando, desesperando.
Las preguntas se agolpan, dónde estarás, que harás, con quién, por qué no has venido.
Comienzo a responderme y comienzo a reprocharme que me esté haciendo preguntas, y a reñirme por contestarlas.
Y entonces una voz dentro de mí dice.... no eres lo bastante buena, no para él, no te quiere como dice, pídele explicaciones, exígele una respuesta, reclama lo que quieres, ¡A que esperas! ¡No te calles más! ¡No te aguantes más!, si te ama... si te ama... se quedará contigo.
Y a falta de otra forma de comunicarme empiezo a escribir. Escribo, escribo y escribo, pregunto, respondo, exijo, reclamo, grito, y se lo digo... se acabó, no soporto pensar que nunca seré suficiente para ti, no soporto soñar cosas que jamás tendré, me duele saber que nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, serás para mí, creí que podría aguantar eternamente, pero no puedo.
Releo, quiero estar segura de que todo lo que quiero decir está ahí, todo, sin dejarme nada.
Y otra voz dentro de mi dice.... ¿Qué te pasa? ¿Qué haces? ¿Estás loca o qué? Y si él no lucha por ti, y si ve el cielo abierto porque lo dejas, dijiste que nunca se lo pondrías fácil haciendo eso, ¿Te rindes? ¿Y tu palabra de caballero? ¿Y ese amor del que tanto alardeas? ¿De verdad vas a enviar eso?
Paseo el ratón entre enviar y cancelar.
Borro y reescribo.
Te echo tanto de menos que es mejor que no te escriba hoy.
Añado besos y envío.

Lo mismo ya no hace falta que me diagnostiquen la esquizofrenia.
Lo que si es seguro es que esto no es normal.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una de fantasmas.

Esta mañana tocaba momento Lady Halcón, un maravilloso momento el de hoy por cierto. No es que haya sido distinto en si a otros, han sido las sonrisas, han sido las miradas, no sé, habré sido yo y este estado de enamoramiento perpetuo en el que vivo. Pero ha debido ser distinto porque él me ha escrito al llegar a casa, suele hacerlo en el turno de noche si tiene tiempo, pero no al llegar a casa. Cuando he abierto el correo al volver de mi turno a medio día, me he encontrado con esa sorpresa, y con un... cada día te amo más... que ha hecho que se me caiga la baba.
Pero no era de eso de lo que quería hablaros, quería contaros el regreso de un fantasma.
He recibido respuesta a un correo de Octubre de 2008, sí, como os lo digo.
Y esto es... otro cuento.
Hace mucho, pero mucho tiempo, estuve enamorada. Sí, una vez más una relación complicada, muy complicada y que terminó muy mal. Pero si me conocéis un poco sabréis que yo soy de las de, aquí me tienes para lo que necesites, y si lo digo, termino por estar de verdad. Durante un tiempo cuando todo acabo fui su amiga, iba, venía, lloraba en mi hombro, lo consolé como no debía más de una vez... sí... justo como estáis pensando que lo hice, en fin... un autentico desastre. Se casó, se separó, volvió a tener pareja, tuvo una hija, y poco a poco fue desapareciendo de mi vida y por supuesto yo de la suya. Él siempre dijo que nadie lo querría nunca como lo había hecho yo, y yo, llegué a quererlo porque él puso todo su empeño en que así fuera, porque lo creí, porque pensé que era sincero, porque... terminé por enamorarme o por pensar que lo estaba. El caso es que hace mucho que no sabía nada de él, y hoy, al abrir el correo ahí estaba. Llamándome corazón, diciendo que ha habido cambios en su vida(otra vez), que vive cerca (demasiado para mi gusto), que le gustaría saber como estoy y hablar conmigo. Contestaré, me conozco y sé que lo haré, pero no hoy y quizá no mañana, y desde luego lo primero que va a saber son los cambios en mi vida. Para mi ya no es más que un fantasma del pasado al que apenas recordaba, y es justo ahí donde va a quedarse, en el pasado. No pienso ayudarlo a pasar otra época de transición, no pienso ser un intermedio otra vez, o algo con lo que entretenerse mientas aparece la siguiente esposa o novia, no, de eso nada. Estoy viviendo mi precioso cuentos de hadas, y no pienso permitir que un viejo y malvado hechicero venido de un pasado lejano y oscuro lo eche a perder, bastante tengo con los imposibles como para ir añadiendo mas complicaciones.
La vida no deja de dar vueltas y vueltas, pero es que conmigo parece que da las mismas una y otra vez.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Y no fue posible.

Esta mañana escribí un cuento imposible.
Pero una vez más me pareció que hablaba de personas a las que no debo mencionar.
Era mi historia, esta historia, y os contaba quién y por qué hace imposible este cuento. Y si estáis pensando en otra mujer... sólo acertáis a medias.
Supongo que algunas veces me pueden las ganas de hablar claramente, aun más claramente de lo que suelo hacerlo, y no debo. Quién soy yo para mencionar a nadie, sobre todo cuando ese nadie es totalmente inocente en todo esto, cuando no sabe, ni sabrá, nunca nada.
Me sentó muy bien verlo escrito, y me hubiera sentado aún mejor conocer vuestra opinión, saber si la compartíais la mía o estabais del todo en contra.
Es algo así como un secreto dentro de otro secreto. Quizá algún día, quizá cuando este cuento tenga final sea el que sea, pueda contar sin miedo alguno el cómo, el dónde, el quién, y el por qué.
Mientras tanto el cuento continúa, cuando el príncipe nota lejana a la princesa acude raudo a su encuentro. En cuanto la princesa está contenta porque ha tenido a su lado al príncipe, este parte raudo a otro reino a atender sus muchas obligaciones. El amor no los deja olvidarse, los mantiene unidos contra viento y marea. La princesa no quiere luchar mas contra si misma, y el príncipe... el príncipe sigue siendo una incógnita la mitad de los días hasta para la propia princesa.
El otro día, al final de una de sus cartas le decía...
Tienes razón cuando dices que ni yo mismo sé cuanto te quiero.

Y cosas como esa... hacen sonreír a la princesa, y que de camino.... el cuento continúe.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

No todas las lágrimas son amargas.

Una vez en la tele vi a una señora de bastante edad, lo que llamaríamos una abuela, que decía que lloraba cada vez que hacía el amor con su marido. Cuando la presentadora le preguntó el por qué, contestó que porque le hacía sentir mucho.
Algunas veces las lágrimas de felicidad y de amor se escapan justo en momentos como ese. Momentos en los que sientes tanto que no controlas nada. Es tanta la emoción, tanto lo que estás viviendo, sintiendo, que lloras, que lloro.
Pero es de contenta cariño, de contenta.

sábado, 12 de noviembre de 2011

11/11/11

11/11/11
Sí, lo sé, eso fue ayer.
Ayer hizo un año, un año que supe que mi amor nunca sería posible, ¿curioso verdad? Ayer todos pensaban en cupones, en malas y buenas suertes, yo recordaba el 11/11/10.
Hasta aquel día mi historia tenía ciertas posibilidades, empezábamos a amarnos, a conocernos, aún íbamos con cierto cuidado el uno con el otro, el futuro no pintaba mal.
Quedamos a tomar café, como tantas veces. Debí notar su nerviosismo desde el primer momento. La tarde avanzaba y terminamos el uno en brazos del otro, ahí sí, ahí sí me di cuenta de que algo pasaba. Pregunté, ¿Te pasa algo?. Nada, me respondió. Algo te pasa, será mejor que me lo cuentes, dije. Y habló, grandes noticias para él, nefastas para mi. Lloré, lloré egoistamente por mí, porque me sentía obligada a renunciar a su amor, dije que no lo vería más, que no, que así no, aquello era demasiado para mi. Lo nuestro debió terminar justo en ese momento. Hicimos el amor después, sí, no por despedirnos así, porque nos amábamos y nos deseábamos, y el resto, lo que pasaba, en realidad no nos importaba en ese instante.
Ayer, justo un año después de aquel día, volvíamos a hacer el amor, porque nos amamos y nos deseamos, y el resto, en esos momentos, sigue sin importarnos.
No se lo recordé, no le dije nada, hemos mantenido nuestro amor, eso es lo que importa.
Aquel día marcó la entrada de los imposibles en mi vida, siguen ahí, nada los hará desaparecer, antes desapareceremos el uno de la vida del otro.
Cómo es posible tanto amor, tanto amor, y con tan poca esperanza.
Sí, ayer fue un día especial para mí 11/11/11, los imposibles existen; pero aún no me han vencido.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Llámalo amor.

Una vez tuve una aventura.
Alguien mayor que yo, pero no demasiado, aunque si algo más de una década. El mejor sexo que había conocido hasta entonces. Que alguien se dedicase durante minutos o durante horas, según tiempo tuviésemos, a que yo disfrutase de todo el placer que como hombre era capaz de darme.... era... increíble para mi. Sobre todo siendo yo como soy, tímida, sintiéndome casi siempre poca cosa, nada aventurera la verdad. Él me llamaba su Diosa, y hacía que me sintiese como tal. Suelo decir que lo que da placer engancha, sea el placer del tipo que sea, desde el que te da el chocolate, al que te pueda dar el sexo. Mi cuerpo reaccionaba a su simple presencia, se preparaba para recibirlo de la manera mas íntima apenas con la primera caricia. Y conocía un amplio repertorio de caricias, o quizá yo era... no es inexperta la palabra que busco, quizá sea, poco dada a la variedad en la cuestión de amantes.
En cuanto él, mi él de ahora, entró en mi vida él se dio cuenta. Yo no necesitaba más sexo por muy espectacular que fuese, necesitaba amor.
Ahora al placer del sexo puedo unirle el placer de amar. Sé que puede parecer cursi que diga esto pero... esa frase tan manida de que dos son uno cuando hacen el amor... ahora sé lo que es.
Creo que he rizado el rizo.
Algunas veces, y Lady Tea me hizo pensar en ello, le digo a él que si la gente supiera de nuestro amor muchos nos envidiarían. Hoy puede que esté demasiado imbuida del espíritu de Cupido aunque aún no toque pero, podéis buscar la historia de amor mas romántica que conozcáis, real o de ficción, cualquier novela, cualquier película, cualquier canción, así es nuestro amor, puede que, y permitid que me tome esta licencia, puede que incluso mejor.
Y sabéis... el sexo no es menos espectacular.

domingo, 30 de octubre de 2011

Algunos días

Algunas días cuando te veo soy mucho mas consciente de que no te tengo, y lo que es peor, que nunca te tendré.
Hace dos mañanas sucedió así, llegaste todo sonrisas, oliendo como sólo tú hueles, saludando a todo el mundo y a mi. Casi tengo que arrancarme de tu lado, el tiempo, el poco tiempo del que dispongo a esa hora pasa rápido. Doy el relevo, el mío siempre es breve, poco que contar, sólo algo que se salga de lo normal o algo de lo que hay que estar pendiente, pero siempre en general. Y una vez hecho eso tengo que marcharme, nada me retiene en el trabajo, sólo tú. Y aguanto hasta el último segundo, me deseas un buen fin de semana y yo hago lo mismo contigo. Me voy, te digo, ¿Te vas? me dices, y me encojo de hombros por no decir ¿Qué puedo hacer?. Me tocas el pelo, me acerco a ti, pero no puedo quedarme más. Te dejo sabiendo que tardaré días en verte fuera de allí, quizá semanas. Y eso me entristece.
No es justo, o sí, no lo sé. Enciendo una luz de esperanza donde no debo, donde sopla un viento frío que la apaga una y otra vez, y yo, sigo insistiendo en mantenerla encendida. Algunos días no sé para qué. No quieres fechas de caducidad, cuentas con mi esperanza eterna, con que sea capaz de mantenerla. Para qué quieres que la mantenga, por qué no poner una fecha, un límite, por qué no. Por qué quieres que espere, si no te vas a mover de donde estás.
Cada pocos días renuncio a ti, me repito que no eres mío, que no puedes serlo, que no quieres serlo, que no lo serás, ni ahora, ni nunca jamás, jamás, jamás. Que no puedo aspirar a más de lo que tengo ahora. Que sabes lo que quiero y que quieres lo mismo que yo, pero que nunca sucederá. Una letanía que resuena en mi cabeza, y a la que por suerte o por desgracia, termino por no hacer caso.

Sí, disfruto de cada segundo que paso con él. Disfruto de cada palabra que me escribe. Vivo en el ahora, de verdad que sí, más que nada porque no hay otra cosa. Pero aun así, la certeza de que nunca podré ser algo mas de lo que soy ahora, me duele, algunos días me duele.
Yo sé porque me mantengo donde estoy, pero sigo sin saber por qué lo hace él. Algunos días querría preguntarle algo...

Cariño, ¿Qué pasaría si un día me pierdes? ¿Qué pasaría si nunca pudieras tenerme?

Pero eso sólo me pasa, algunos días.

jueves, 27 de octubre de 2011

Cuando no puedas dormir.

Déjame que te cuente un cuento.
Ven, recuéstate a mi lado, deja descansar tu cabeza en mi pecho, respira conmigo y escúchame.
Había un vez hace mucho tiempo...
Oye mi voz, deja que te envuelva, deja que te lleve a un lejano país, recórrelo conmigo. Se el príncipe, déjame ser la princesa. Cabalga veloz con tu brioso corcel y llévame a la grupa. Vivamos mil aventuras, y al final de cada día, bésame. Deja que mis palabras te llenen de sueños, deja que te hagan volar y te acomoden en una esponjosa nube. Déjame ser la hechicera que obrará su magia para hacerte feliz, déjame que intente hacerte feliz.
Duermes, soy tu calma, tu sosiego, tu paz, tu cielo, tu amor.

Te ofrecí un cuento para hacer que olvidaras un mal momento. Te ofrecí ser lo que soy para ti.
Es una lástima que no pudieras aceptar mi ofrecimiento.
Mi oferta, te hizo llorar.

sábado, 22 de octubre de 2011

Esta mañana...

Llovía, con el paraguas en la mano me fui a recoger unas botas, necesitaban unas tapas nuevas y estaban listas justo a tiempo para las primeras lluvias.
De vuelta a casa pensaba en él, para variar. Llevaba metida en la cabeza cuantas veces me mojaría este año para poder verlo, esperaba que durante el invierno no coincidieran nuestros momentos con esos días malos en los que no apetece sacar la nariz fuera de casa. Tenía que comprar un par de cosas, y el super, aunque no el habitual, me pillaba de camino. Entré distraída, buscando una cesta, mirando los precios de las uvas, cuando alguien me abrazó por detrás.
- ¿Qué haces aquí? No es donde sueles comprar
- ¿Y tú? ¿Es qué has venido aquí por qué pensabas que yo nunca lo hago?
Risas, besos, de esos de saludarse los amigos. Sí, lo habéis adivinado, era él, esas cosas no suelen pasarnos porque vivimos en un pueblo pero no solemos encontrarnos por casualidad.
Lo ayudé con su lista de la compra, sólo un poco, no quería que se notase otra mano en ella. Parece mentira como algo tan trivial como hacer la compra juntos, aunque cada uno hiciese la suya, puede llegar a... hacerme sentir tantas cosas.
Me llevó a casa al terminar.
Y lo besé, sí, ya sé que no es algo raro, lo será cuando os diga que era poco más de la una del mediodía, en plena calle, y que ya no fue un beso de esos de saludarse los amigos.
-Gracias por traerme.
-Gracias por el beso.
- Pues hoy están de oferta, dos por el precio de uno.
Y volví a besarle.

Esta semana hemos hecho muchas cosas juntos... hasta la compra.

jueves, 20 de octubre de 2011

Ayer.

Hace días que no vengo por aquí.
Será que no tengo nada de que quejarme.
¿Habéis pensado eso?
Bueno, las cosas no han cambiado, nada de nada, todo sigue siendo exactamente igual.
Todo menos mi paciencia.
Ayer pasamos la tarde juntos, pero como siempre no solos. ¿Cuántas personas caben en un autobús? Pues esos, contándonos a nosotros dos también por supuesto.
Extraño, lejano, callado, aunque fue atento y me trajo zumo, y café después, y se sentó conmigo ¿Por qué yo se lo pedí?. Cuando bajamos del autobús, un grupo, ya más reducido, nos quedamos a tomar unos vinos. Conversación extraña, el vino muy bueno, demasiado quizá, y él... lejano. Y al final, sin haberlo planeado, no quedamos solos.
-¿ Dónde vamos?
-Donde quieras- contesté.
- Es tarde para más copas.
-Sí, y tendrían que verte conmigo a solas- añadí
-¿Entonces?
- ¿Quieres irte a tu casa?- pregunté.
- Debería- respondió.
- ¿Vamos a la mía?- pregunté.
- No lo esperaba hoy.
- Ni yo.
Prisas, luces encendidas, sabanas revueltas, y el reloj con un tic tac ensordecedor. Tanto que me puso de mal humor, tanto que pensamos que no debíamos habernos quedado solos, tanto que nos hizo discutir, no soporté ayer su impaciencia, su intranquilidad, sus ganas de marcharse, su miedo.
Dejé de ser la amante perfecta que soy casi siempre.
Sí, otra vez, ya sé que no es la primera.
Nadie se ha enfadado, no tiene sentido alguno, para qué hacerlo. Lo peor es que empiezo a acostumbrarme, empiezo a no tener ganas de verlo, empieza a darme igual si me escribe o si no lo hace. Sé que no dará un paso, hacia ningún sitio y mucho menos hacia adelante. Ni siquiera reaccionó ante mi mal humor, ni siquiera intentó calmarme o convencerme... de lo que sea.
Sí, lo sé, disfruta y no te quejes, no pienses, no pidas, no te calientes la cabeza.
En realidad eso es parte de lo que me preocupa, que todo esto, empieza a no calentarme la cabeza.

lunes, 10 de octubre de 2011

Nadie.

Aquella niña tímida que fui, la insegura, la temerosa, la que siempre se creyó poca cosa, sigue aquí.
Algunos días me descubro justo así, justo como era ella, con los ojos llenos de curiosidad por todo y temiendo preguntar, con la respuesta en la punta de la lengua y callando, temiendole a los "no" porque siempre deseaba un "sí".
Cuando alguien dice algo bueno de mí, le respondo que se equivoca, que lo que he hecho o dicho no es más que fruto de la casualidad, que sea lo que sea no tiene importancia alguna, que cualquiera puede hacerlo mil veces mejor que yo sin esfuerzo.
Hace un rato le escribía a él, y le contaba algo parecido. El trabajo últimamente ya no es lo que era, continuos cambios, un exceso de personal que no es tal, camas cerradas que nos obligan a hacer malabares, tensiones, malas caras. Quizá por mi inseguridad necesito sentir seguridad a mi alrededor, saber a quien voy a encontrar cuando llegue, saber donde voy a trabajar, saber que sé lo que tengo que hacer, y que a mi edad no me mire nadie más como a "la nueva". Necesito que la persona que esté a mi lado trabajando sepa hasta donde puedo llegar, de qué o de qué no soy capaz, y sentir lo mismo. Saber que hay quien cubre mis carencias, y que yo, con suerte, cubro alguna otra.
Lo sé, eso sólo demuestra la poca confianza que tengo en mi capacidad. Llevo más de veinte años haciendo casi lo mismo, y sigo temiendo a los cambios, sigo temiendo tener que dirigirme a una o a otra persona, sigo siendo la misma que comenzó, la que se quedaba callada sentada en un rincón durante todas las horas que duraba un turno, algunos días sigo siendo ella.
Ella soy yo, entre las dos vamos tirando, disimulando que somos mucho más lanzadas, mucho más abiertas, mucho más espontaneas, mucho menos tímidas, mucho más capaces, mucho más inteligentes, mucho más alegres, mucho más simpáticas, mucho menos temerosas.
Seguimos teniendo miedo de los "no", por eso no preguntamos.
Seguimos dando todo lo que somos, por temor a ser de nuevo poca cosa, por no dejar de valer algo.
Seguimos agradeciendo lo que nos dan, porque sentimos que en el fondo, puede que no lo merezcamos.
Seguimos devolviendo con creces cualquier muestra de cariño.
Por eso hay quien nos encuentra perfectas, calladas, generosas, agradecidas, dispuestas, lo suficientemente inteligentes como para mantener una conversación. Soñadoras, tanto como para poder creer en cualquier ilusión. Imaginativas, tanto como para crear una fantasía y vivir en ella.
Y sin miras de intentar cambiar...
Perfectas. Nadie es perfecto, y, ¿Quién quiere ser nadie?.
Esa soy yo, nadie.


domingo, 9 de octubre de 2011

Con el amanecer.

Cuando te mire, sabrás que te quiero con locura.
Miradas, el amor tiene que conformarse con miradas.Tú me miras, yo te miro, sé que me quieres con locura, sabes que esa locura es del todo correspondida. Nos miramos, y en la habitación llena de gente todos desaparecen, los sonidos se apagan, sólo están tus ojos y los míos, prendidos los unos de los otros, queriéndose.
Y tras los ojos querrían seguir las manos, los labios, tu cuerpo entero y el mío, perdidos el uno en el otro, amándose.
Todo hecho siempre por partes, hoy nos miramos, mañana hablamos, pasado quien sabe...¿nos besamos?
Y el amor impacientándose, los sentimientos tienen poca paciencia y mucha fuerza. El corazón me golpea el pecho queriendo abandonarlo y correr hacia el tuyo, y te miro, y te lo dicen mis ojos, y los tuyos me dicen, ven, ven, que te quiero con locura.
Te miro desde la puerta justo antes de marcharme, y aunque han pasado algunas horas, todavía, todavía sigo enganchada a tus ojos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

La vereita verde.

Has pasado unos días, cómo decirlo, ¿queriéndome más? Sí, quizá, negándotelo menos. Has encontrado maneras y tiempo de decirme que me quieres, cuando yo no lo esperaba, fuera del horario normal de tus te quiero, incluso con mucha más frecuencia. Sí, sé que eso no durará, que se te pasará esa efervescencia, y volverás a racionármelo todo. He recogido el agua cuando ha llovido, tu amor cuando lo has derramado, cuando parecía que no podías contenerlo, cuando lo único que querías es que estuviera yo, cuando me dabas las gracias por llenarlo todo de colores.
Si alguien me preguntase, y yo, pudiera dar mi opinión, aunque esa opinión estuviera muy a mi favor, diría...
Que te refugias en exceso en lo que tienes, para no admitir lo que te falta, y, siendo probablemente muy presuntuosa cariño, eso que te falta... soy yo. De vez en cuando dejas de controlarlo todo, o simplemente sientes en lugar de sólo pensar, te dejas llevar por lo que quieres y no sólo por lo que debes, y ese camino, esa vereda por la que te pierdes cariño, siempre, siempre, te trae a mí.
Ojalá lo hicieras más a menudo, te hace tan feliz a ti... como a mí


sábado, 1 de octubre de 2011

....

Algunos días, todo es de colores.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

De su vida y de la mía.

Hablo siempre de todo lo que él tiene en su vida sin mi.
Nunca digo, todo lo que yo tengo en mi vida sin él.
Si le preguntaseis, si pudierais, os diría que tengo una vida, bueno, no es de purpurina dorada como la suya, pero a sus ojos puede ser igual de perfecta.
La única diferencia es que en su día le aclaré porque tenía cabida en mi vida. Le expliqué que podía estar muy llena de algunas cosas, y totalmente vacía de otras. Y él, llenó el vació. Esa es la diferencia. Él ocupa un lugar que estaba libre en mi vida, en mi corazón, y que ahora es suyo. Yo, sólo comparto un lugar en la suya, y no podría asegurar si la parte que me corresponde es mayor o menor. Se podría decir que vino a cubrir una carencia, la del amor, y supongo que de alguna manera yo también cubro una para él, y quiero creer que es esa misma, la del amor.
Los imposibles, esos, están por todos los lados. Crean una inmensa muralla difícil de salvar, sólo que en mi caso estaría dispuesta a dejarme la piel para escalarla y saltar al otro lado. Y él, bueno, creo que puede que se sienta incluso a salvo tras ella.
No soy valiente, para nada, y quizá sólo me envalentona su cobardía. Quizá si un día él se levantase osado, yo, me acobardaría, quién sabe. Puede que lo esté senteciando culpable de que no tengamos futuro, y hay muchas posibilidades que yo misma sea cómplice en ese delito.
Mañana volverá a amanecer para los dos.
Apenas podré cruzar una mirada con él, para pena de mis ojos, que con gusto se quedarían prendidos de los suyos, toda una vida.

martes, 27 de septiembre de 2011

Lunes.

Conversación adulta...
Desde luego nuestras lenguas mantuvieron una larga, enredada, y lujuriosa conversación.
Nuestras pieles no tenían nada que reprocharse, nada que aclarar, y mantuvieron a nuestros cuerpos tan juntos que ni el aire tuvo cabida entre ellos.
Los largos y silenciosos minutos abrazados, dijeron casi todo lo que nos teníamos que decir.
Yo te dije, tú me dijiste, no lo dije de esa manera, te entendería mal. El tiempo, el tiempo que hacía que no nos veíamos, es el único culpable de casi todo.
Y yo, sí, sé que me como la cabeza. No pienses tanto, suele decirme, pero no me encuentro el botón de apagado, no sé como detenerme cuando empiezo a pensar. Sus silencios hacen que mis dudas se reproduzcan a una velocidad vertiginosa. Me mata no poder estar contigo cuando me necesitas, eso me dijo. Podría, yo podría haber rebatido eso, había maneras de estar conmigo sin llegar a estarlo físicamente, pero callé.
Mis dudas no están muertas, ni resueltas, sólo encerradas en algún lugar que desconozco y desde que el que, sin esperarlo, escaparan cualquier día para atormentarme de nuevo. Una vez más os doy la razón a todas, disfruta, vive, no esperes... pero nunca supe hacer eso, y soy demasiado mayor para aprender.
Sigo pensando que hay preguntas que debo hacer, aunque las he pospuesto una vez más.
Le regalé una foto en la que estamos juntos, pero no solos, estamos muy guapos y muy sonrientes.
Ves, así soy yo cuando estoy contigo, le dije, no dejes que se me acaben las sonrisas, no dejes que pase tanto tiempo.
No sé no ir detrás, y en realidad no siento que vaya detrás, sólo digo lo que siento o lo que pienso. Sí, le digo que le quiero, que le necesito, porque no puedo mirarle a los ojos y que lo vea, no puedo acercarme y que note la necesidad que tengo de ser abrazada, la necesidad de un poco de ese cariño que no tengo derecho a reclamar. Lo que siento es más fuerte que yo, y no me gusta que me arrastre de esta manera, pero no puedo controlarlo. Mi control llega sólo hasta no ponerle nunca en una situación comprometida delante de los demás, sólo hasta ahí. Empleo mis fuerzas en no usar el teléfono cuando no puedo hacerlo, o no presentarme donde no se me espera. Intento dejarlo vivir todo lo que puedo. Grito sobre el papel, y me desespera cuando siento que no oye esos gritos. Yo me lo busqué, con su ayuda desde luego, nos lo buscamos los dos. Él lo lleva aparentemente mejor, ya os digo que pocas veces me deja ver como está sin mí y eso no quiere decir que siempre esté del todo bien, yo, soy yo, y contra eso poco puedo hacer. Nos enamoramos y no sabemos muy bien que hacer con lo que sentimos. No sabemos detenernos aunque parezca que tampoco podemos continuar.
Yo, nunca había hecho el amor, con tanto amor, nunca hasta nuestra primera vez. En esos momentos es sólo mío, y yo sólo suya. El placer del sexo crece hasta alcanzar lo indescriptible, porque al deseo, a la pasión, le ponemos... muchísimo amor.
Su corazón y el mío latieron ayer más al unísono que nunca, juntos, desde el principio al fin.
Y eso no hubiera sido posible sin amor.
Soy una tonta romántica, lo sé, pero eso es algo de lo que tampoco quiero curarme.


domingo, 25 de septiembre de 2011

Ayer.

Cuando llegué no estaba.
Sólo encontré mi ahora numeroso turno. El turno de mañana al completo, nadie del turno de noche.
Me senté, casi porque no podía sostenerme de pie. Miré el reloj, no llegaba demasiado tarde, era la hora de siempre. No me atreví a preguntar, era evidente que se había marchado, por primera vez en años, él, no me había esperado.
Entonces lo oí en el pasillo. Quise levantarme y salir a su encuentro, pero no pude. No lo vi abrir la puerta, sólo sentí su mano recorriendo mi espalda hasta llegar a mi brazo, una presión leve, casi una caricia. Levanté la cabeza y allí estaba, justo a mi lado.
Por circunstancias que serían larguísimas de explicar y que pasarían por cuestionarse si la gestión del lugar en el que trabajamos es acertada o no, tuvo que dejar nuestro servicio para hacer el turno en otro. Podía haberse marchado y yo no lo habría visto, pero pasó por allí a tomar café, como siempre. No pude hablar con él, nada, ni una sola palabra. Ni siquiera hemos concretado nada para mañana, no sé seguro si nos veremos. No he sabido nada de él desde el viernes por la tarde, sigo confusa, a oscuras, sin saber que pensar.
Por un lado me digo que se quedó, que quizá eso sea una buena señal.
Por otro está este odioso silencio que se empeña en mantener.
Yo, pensaba que él no era como otros, en realidad sigo pensando que no lo es. Pensaba que se preocupaba por mí y de mí. Pensaba que le hubiera gustado deshacerse en atenciones conmigo si las circunstancias lo hubiesen permitido. Es un hombre serio y responsable, atento, cariñoso, siempre lo imagino pendiente de todo, y pensé que no lo estaba de mi por todos esos imposibles que nos rodean. No lo imaginé nunca huyendo de mí, ni sacudiéndose la poca responsabilidad que sintiese hacia mí, aunque quizá responsabilidad no sea la palabra. Uno no puede decirle a alguien que lo ama, y salir corriendo a las primeras de cambio, no puedes atascarte en el primer escalón, ni rendirte al primer contratiempo. No, no sé lo que es, pero él no es así, puede que sólo sea así conmigo. Lo conozco, conozco su vida, y es... bueno, no creo que nadie pueda tener queja alguna de él, creo que siempre está cuando se le necesita, y cuando digo siempre, es siempre. Pero no hace lo mismo conmigo. Quizá creí que yo era eso que él mismo decía, única y especial en muchas cosas, y no lo soy. No quiere que yo lo necesite, y una cosa tengo clara, no sé muy bien como terminará todo esto, quizá cada uno siga su camino o quizá sigamos intentando estar juntos a pesar de todo, pero nunca más volveré a decirle que lo necesito.
Suele decirme que le gusta como es y como se siente cuando está conmigo. Suelo decirle que a mi pasa lo mismo, que cuando estoy con él soy del todo yo. Es muy posible que haya sido demasiado yo misma con él, puede que sólo sea eso, no he escondido nada, ni lo bueno ni lo malo, y se ve... que doy miedo cuando de verdad se me ve.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Confundida.

Mañana lo veré al amanecer, eso creo.
Le dije que era mi vida, y se asustó.
No lo seas si no quieres, le dije. Eres la vida de mi amor, de mis sentimientos, de mi corazón, pero no lo seas, no te lo diré más. Le dije que llevaba días muy triste, que siempre salgo sola de mis malos momentos, pero que esta vez quise que él me ayudase ¿tan malo es recurrir a la persona a la que amas?, le pregunté. Ni que decir tiene que tuve que escribir esas preguntas, algunas respuestas, y muchas cosas más. Las que habéis pensado que no me ha contestado, habéis acertado. Lo veré mañana, eso creo, pero cada vez somos más a la hora del relevo, y contando por encima quizá haya más de catorce personas cuando nos veamos. Mantener la más mínima conversacion es impensable, pero, el lunes, si no hay novedades, si podremos hablar todo lo que queramos, eso ha dicho él, que es muy adulto y quiere mantener una conversación adulta conmigo.
Llamadme lo que queráis, pero es que... ahora mismo no sé lo que quiero.
Ese no futuro, esa carga que me he sentido últimamente... esa sensación no me abandona. Sigo pensando que no le importo. Él sabía que yo no estaba bien anímicamente, porque se lo había dicho, y.... ¿ recordáis el día el móvil, cuando el mensaje del cine? A él no se le ha ocurrido hacer lo mismo, marcar mi número y hablar conmigo, preguntar si lo necesitaba. Aunque yo claramente le había dicho, que necesitaba de su cariño. No se ofende ni se molesta, porque le dije la verdad. Sé que puedo ser chinchosa y caprichosa, puede que no quisiera más que reclamar un poco de atención, puede que me haya portado como una niña, que tuviese una rabieta. Puede que sólo quisiera que se diera cuenta de que estoy aquí, de que me duelen algunas cosas, que no soy perfecta como dice, sólo humana, mujer y para más inri... enamorada, precisamente de él. Que no soy tan fuerte como parezco, yo que sé.. es que ya no sé...
Lady Tea tiene razón, debería disfrutar de mi amor y nada más, ¿estoy peor sin él? No lo sé, realmente no lo sé. Me destroza pensar que nunca más podría tenerlo como hasta ahora. ¿Volveríamos a ser sólo amigos? Tampoco lo sé, con el tiempo es posible que sí. Sé que soy muy capaz de mantener una amistad con alguien que antes fue algo más, lo sé por experiencia, pero con él...
No sé si me quiere tanto que me perdona cualquier cosa que le diga, o simplemente es que no le importa lo mas mínimo lo que pueda llegar a decirle. Sí, estoy muy confundida. Sé que no reacciona bien cuando me pasa algo, al menos le pasa conmigo no sé con otras. Se aleja, en lugar de acercarse, se asusta, se agobia, quiere mantener la compostura o algo así, no sé...aunque me consta que es atento y cariñoso, conmigo reacciona de manera extraña cuando sabe que me hace falta ¿por qué? ¿quizá por qué no puede hacer lo que de verdad quiere?. Mi querido Oráculo suele decir que hacer preguntas no sirve para nada, que la mitad de las veces conocemos las respuestas, sabemos el por qué de todo, pero nos negamos a reconocerlo.
Una conversación adulta es desde luego necesaria.
¿Qué voy a decirle?
Me temo que soy de improvisar.
¿Qué va a decirme?
Para conocer la respuesta a esa pregunta, no hay más remedio que esperar.



jueves, 22 de septiembre de 2011

O quizás no...

Dice, que no tiene nada que perdonarme, que no le he ofendido, que nunca podría enfadarse conmigo, que somos lo bastante adultos como para hablar de lo que tengamos que hablar, que todo lo que he dicho es comprensible y entendible.
Yo, estaba ya de luto, y él, ha resucitado.

martes, 20 de septiembre de 2011

Sencillo.

Ha sido más fácil de lo que pensaba, y también mucho más doloroso.
No han hecho falta preguntas ni respuestas. Sólo le he echado una bronca, sí, he dejado de ser perfecta y he regañado. He dicho que no le importa como me siento, que no me presta atención, que le da igual lo que me pase, en fin... una serie de cosas que no suelo decir.
Según él, pensaba decirme muchas cosas que ya no me dirá.
Y se acabó.
Ya no he vuelto a saber de él.
No me entra ni el agua en el estomago, y sí, sí, después me arrepentí y le pedí perdón, pero se ve que ya era demasiado tarde. El daño está hecho. Ahora toca apechugar con las consecuencias.
En fin.. como digo.. mucho más fácil, y mucho más doloroso.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Para Dawa.

-Hazme un regalo.
-¿Que te gustaría?
-Quiero una sonrisa.
-Eso es fácil.
-Entonces ¿Por qué regalas tan pocas estos días?
-No tuve motivos para sonreir.
-Regálame una, pero no así, no la fuerces. La quiero llena de magia, de calor, de amor, sincera, alegre, inocente y picara a la vez, que llegue de tus labios a mi alma, como hacías antes.
-¿Antes de qué?
- No sé, antes de que la perdieras.
-No la he perdido, debo tenerla en alguna parte.
-Búscala, y cuando la encuentres, regálame una.


Busco una sonrisa para hacer un regalo. No está en los cajones, ni en el armario, ni en las cajas de carton, ni entre los libros. He mirado en los bolsillos, entre los calcetines, hasta en la lata de las galletas, y no está en ningún sitio.
Pero la encuentro, mientras recuerdo...
Cuando me cogías de la mano, cuando me besabas en mitad de la calle, cuando me decías que te hacía sentir un adolescente, cuando me apartabas el pelo de los ojos. Cuando te encuentro ahora por casualidad, cuando me llamas para saber como me va, cuando me pides... una sonrisa.
Y sonrío, casi sin pensar que lo hago.

-Aquí tienes tu sonrisa, no la voy a envolver, quiero que te la lleves puesta ¿te gusta?.


Hace días y días que le debo una sonrisa a Dawa. Escribí esto hace mucho, Noviembre de 2005 dice bajo lo escrito en mi antiguo blog. Alguien me ha llamado por teléfono esta tarde, esa persona que él no quiere ni oír mencionar, para hablar de mi libro, que por cierto no le ha gustado nada, pero ha dicho algo que me ha recordado el cariño que me tenía.
"Es que al leer pensaba, esto lo ha escrito mi Jo, y le ponía cara a los relatos, y son... demasiado oscuros."
Y me ha hecho sonreír. Volverá a llamar, pero sé de sobra que tardará mucho en hacerlo. Con la sonrisa ha vuelto sin saber por qué el recuerdo de aquello que escribí hace tanto, y me ha costado un buen rato encontrar esa sonrisa, para regalársela a Dawa.
Puede que no la veas, puede que haya usado palabras desempolvadas, pero he sonreído tal y como digo, casi sin darme cuenta de que lo hacía.
Es tuya.
Espero que te guste.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El momento de la verdad.

Quiere que perdone sus ausencias.
Todos tenéis razón, si no hay futuro, ¿Qué hago aquí?
Conocéis mi versión de los hechos, ni siquiera yo conozco del todo su versión, es más reservado con algunas cosas de lo que puede parecer, incluso conmigo.
No me dices las cosas por qué no quieres o por qué no sabes como hacerlo, eso suelo preguntarle alguna que otra vez. Las dos cosas, contesta él.
Y él, ¿Qué hace él aquí?
Me habéis oído, o mejor dicho leído, decir que lo tiene todo sin mi, y creedme, cuando digo todo, es todo. Podría haberse deshecho de mí, tenía motivos que yo entendía y entiendo de sobra. Al igual que no le causo problemas ahora, no lo hubiera hecho llegado ese caso, y él lo sabe. Es posible que yo hubiera estado triste, llorado, desesperado, pero también estoy segura de que se me habría pasado con el tiempo. Podría no verlo más, bastaría con evitar esos amaneceres y las fiestas señaladas con los compañeros, podríamos salir el uno de la vida del otro, y él, tenía motivos sobrados para hacerlo, para salir de la mía y dedicarse exclusivamente a la suya.
¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué no lo hace?
Porque me quiere, estaréis pensando, y sí, así es, me quiere, pero... ¿Tanto? ¿Tanto como para arriesgar esa vida perfecta suya?
En estos días me he sentido...fatal, esa es la palabra. Con ganas de ser yo quién lo libere de mi carga. Es feliz y se lo noto, feliz sin mí.
Un día dije que llegaría el momento de hacerle una pregunta, y que después debería ser consecuente con lo que me respondiese .
El momento se acerca.
No consigo quererlo menos porque no esté, y él, no consigue dejarme, y lo necesita, necesita librarse de mi. Puede que tenga miedo de herirme, de hacerme daño, y no se da cuenta de que es así como me mata, quedándose y dándome tan sólo lo que... ¿sobra?,
Tendrá que aprender a contestar a mi pregunta, dejar de callar.
Hay un momento que nadie puede evitar, y es el de decidir, el de elegir, el momento de la verdad.
Después, todo acabará.

viernes, 16 de septiembre de 2011

........

Me despierto buscando sus palabras.
Y me llena de tristeza saber que vive muy bien sin mí.
No me alegran sus alegrías, y eso no me gusta, no me gusta ser así.
Las puestas sol le recuerdan a mí, es cuando más me siente, cuando más me echa de menos, eso dice, y curiosamente jamás hemos disfrutado de ese momento juntos.
Fotografías del sol poniendose en el mar, eso es lo único que hemos compartido.
Te echo de menos me ha dicho.
Y yo, me moriré echándolo de menos, queriendo ver uno de esos atarcedeceres o un amanecer a su lado.
Hoy, los imposibles han crecido y le han puesto el pie encima a este amor. Se rien de mí, sabiéndose vencedores, con esa mueca retorcida del que se sabe invencible.
Hoy nada tiene sentido, nada sirve para nada, hoy, no soy nada.
Alguien a quien le envías una foto con el sol apagándose en el mar, sólo eso.
Sí, siempre nos reecontramos, y me pregunto si no será por mi insistencia en permanecer aquí. No me necesita, no le hago falta, soy mas bien un estorbo que no lo deja vivir del todo en paz. Lo tiene todo, lo tiene todo sin mi. No soy más que un extra, un añadido, algo sin lo que puede estar perfectamente. Él mismo dice muchas veces que quizá sería mejor dejar de vernos, que así no podemos estar siempre, y tiene toda la razón.
Algunas veces hablo de esas tropas invisibles que se mantienen siempre en guardia, no avanzan pero jamás retroceden, aguantan.
Hoy siento que la mitad de esos soldados han desertado, dando la causa por perdida.
Tengo el corazón lleno de amor por él, pero es un amor inútil, malgastado, desperdiciado en mil palabras, repartido a manos llenas, dilapidado. De todos los hombres del mundo, me vine a enamorar del que jamás hará nada para estar conmigo, por más que me quiera, por más que me eche de menos, lo tiene todo y nunca renunciará a nada, y mucho menos por mi.
Pero como diría mi madre "Esa casa la compraste con esa gotera"
En fin...

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Diez minutos.

La luna no debería estar llena las noches que no estás conmigo.
Aún reinaba cuando salí esta mañana en tu busca. El sol apuntaba, dándose prisa igual que yo, por ver a su amada. Redonda y brillante se dejaba acariciar por esos primeros rayos de su amante, igual que hubiera querido hacer yo.
Siempre temo los reencuentros, porque me da miedo no encontrarte. Pero allí estaban tus ojos, tu sonrisa, y nuestro café. Diez minutos, en los que me pediste un par de besos, de esos que se dan los amigos. Tenía tantas cosas que decirte, o tantos silencios que guardar, que ocupé mis labios en el vaso del café, en lugar de con los tuyos. Diez minutos, y el sol, terminó por salir, y la luna, por irse a dormir.
Ahora toca esperar el amanecer del lunes, serás tú quien llegue con los primeras luces del día, y la luna, aunque algo menguada, y yo, quienes te esperemos.
Y con suerte, contaremos con otros diez minutos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Dónde están?

Terminaremos por acostumbrarnos a estar el uno sin el otro. Lucho cada día contra eso pero... me estoy quedando sin palabras.
Creo que le he dicho lo que siento de mil maneras distintas, o de dos mil. Cada día he alimentado este amor para que crezca, y no deja de hacerlo. Cada día he alimentado con ese sentimiento en forma de palabra escrita su amor, el que dice que siente por mi, pero me estoy quedando sin palabras.
Le he escrito cuentos, poemas, largas cartas en las que he derramado todo el amor que soy capaz de sentir.
Y me estoy quedando sin palabras.
En estos días de ausencia apenas le he escrito cuatro letras. He buscado inspiración en su recuerdo, en sus besos, en sus caricias, incluso en la luna llena, pero no he sido capaz de hacerlo. He buscado en mi corazón, y no hay más palabras, el sentimiento sigue ahí, igual de fuerte, igual de grande, igual de sólido, pero no encuentro manera escrita de expresarlo.
Os preguntaréis por qué me preocupa eso, si puedo verlo, si puedo hablarle, que más da si no puedo escribirle.
La explicación está en los imposibles.
Algunas veces es imposible que pueda verlo, imposible que pueda hablarle, y del todo imposible que me acerque a él como quiero.
Sólo me quedan mis palabras, y las suyas, sus repuestas aunque sean cortas, aunque no contesten ni una sola de mis preguntas, aunque parezca que le cobran las letras a millón y no quiera gastar en ellas. Una vez le dije que me bastaba con saber que me leía, que me entendía, que me escuchaba, que con que respondiera con un par de ellas era suficiente. Y ahora soy yo quien se está quedando sin ellas.
Vuelve mañana, pero seguramente yo no sabré nada de él hasta pasado. Otra vez toca momento Lady Halcón, y últimamente hay tanta gente presente que ni esos salen del todo bien. Se quedará, eso espero, a tomar café conmigo, y a cruzar cuatro palabras tontas que no son ninguna de las que queremos decir. Después se marchará y quién sabe... quizá tengan que pasar otros cinco días hasta el siguiente amanecer. Y mientras esos momentos se suceden, mientras surgen las ocasiones en los que un eclipse nos permite vernos a solas, sólo tendré mis palabras, y las suyas.
¿Qué voy a hacer si las mías no vuelven?

sábado, 10 de septiembre de 2011

Sólo cosas...

Cuando mi "relación" con él comenzó había otra persona en mi vida.
Alguien con quien compartía momentos, algunas veces incluso sólo minutos, pero ninguno de los dos buscaba mas. No, no estaba enamorada, pero lo quería. Lo nuestro empezó por empeño suyo y curiosidad mía. Él insistía y yo quería saber si lo que me ofrecía, si aquello que quería darme, era tan bueno como parecía. Solía decir que se enamoró primero de mi cuerpo, para prendarse después de mi corazón, de mi alma, de mi interior. Creo que aquella persona y él, dicen de mi cosas muy parecidas, cosas como que no dejo de sorprenderlos. Soy mujer de un sólo hombre aunque algunas veces, como entonces, las dos relaciones se solaparan durante un par de meses. No tenía que guardarle fidelidad alguna, en realidad tampoco he de guardársela a él, pero... eso no es lo que nos ocupa ahora. Me enamoré, estoy perdidamente enamorada, y aunque no le comuniqué a esa otra persona que no iba a volver a verlo, lo entendió, lo supo, supo que mi corazón había cambiado de dueño,y simplemente dejamos de vernos, y casi no he tenido noticias suyas hasta hace unos días.
Recibí un correo en el que hacia referencia a los años que pasamos juntos,sí, años, decía que me había amado, que me ama aún, claro que a su manera eso desde luego. Decía que tenía miedo de volver a verme y ver en mis ojos que ya no siento nada por él. Que nunca nos habíamos pedido nada, pero que nos habíamos dado mucho. Que me echa de menos, y que me desea como nunca.
Ese es el quid de la cuestión, me desea. Siempre fue sobre todo sólo eso. Durante un tiempo quise que me quisiera, quizá porque yo lo quería, pero siendo fiel a mi forma de ser jamás le pedí nada, y cuando digo nada, es nada. Aprendí a tomar lo que me daba y a disfrutarlo. Aprendí a saber que quería y como lo quería. Aprendí, aunque no lo pongo en practica, que podía tener lo que quisiera de un hombre, aunque sólo en cierto sentido claro está. Yo era su fantasía, y él estaba dispuesto a hacer realidad cualquier fantasía que yo tuviese.
No te imagino sintiendo miedo de nada, y mucho menos de mis ojos, fue mi respuesta a su correo.
No voy a volver a verlo, no como querría. No tengo que darle explicación alguna, y si le dijese que hay otro hombre, no le molestaría, es más, quizá querría compartirme con él, lo haría, si yo se lo pidiese. Hay muchas formas de amar, suele decirme, y no le importaría que yo amase a otro, mientras pudiera tomar de mi lo que desea.
El otro día escribía para mi, uno de esos relatos que nunca verán la luz,y escribí esto.
"Algunas veces es tan sumisa, tan entregada a mi, que domina totalmente mi voluntad y nubla del todo mi razón"
Me pregunto si esa mujer, soy yo...
O si para conseguir lo que quiero, puedo llegar a serlo...
Me pregunto como soy, qué soy, para el uno, o para el otro. Si es más sincero conmigo el que admite lo que desea, o si el otro disfraza de amor el simple deseo. Me pregunto si las dos relaciones no comenzaron de igual manera, veo algo que me gusta, lo quiero, y hago lo que sea para tenerlo. ¿Me ama quizá el que dice que me ama a su manera, o quién me dice que soy el amor de su vida mientras se marcha y me deja aquí a oscuras?
No tengo duda alguna de lo que siento, pero mi "relación" actual algunas veces tiene muchos tintes de la anterior. Terminamos en la cama, siempre, cada uno de los días que nos vemos. Claro que entre una ocasión y otra, sólo hay palabras de por medio.
¿Me estoy convirtiendo otra vez en sólo sexo?
No debería hacerme tantas preguntas....¿verdad?

viernes, 9 de septiembre de 2011

No quiero ser yo.

Quisiera ser como él.
Quisiera poder pasar una tarde maravillosa y que sólo fuese eso, un par de horas a su lado sin que eso me hiciese pensar en algo más.
Quisiera poder hacer las maletas y despedirme con uno de esos... telegramas. Con un no tengo tiempo, ya te contaré, hasta la vuelta.
Quisiera no ser yo, y ser como él.
La culpa es mía, por conformarme siempre, por entenderlo siempre todo, por disculparlo siempre todo, por no pedir jamás nada, por perdonarle cualquier cosa.
Esperaba que al menos dejase una despedida escrita para mi, esperaba un poco de amor en lata al que recurrir cuando lo echase de menos. Esperaba poder esconderme en sus palabras, sentirlas tibias si me da frío, esperaba hallar en ellas su compañía hasta que volviese.
Él sabe lo que se desata en mi cada vez que se marcha.
Hay cosas que no me dice, porque no las siente, simplemente es eso.
El sabor de sus besos y el calor de su abrazo nublan del todo mi razón, y me hacen ser más yo que nunca.
Él sabe como soy.
Y yo, quisiera no ser yo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

No me acostumbro.

Hay días en que la certeza de saber lo mucho que me quiere, me hace simplemente invencible.
Otros, la certeza de saber que este amor está condenado, me hace extremadamente vulnerable.
El que ahora todo vaya sobre ruedas no cambia nada.
Mañana vuelve a marcharse y durante unos días no sabré nada de él. Lo sé, sé que a estas alturas debería estar más que acostumbrada, pero... es que no quiero acostumbrarme, cuando una se hace a algo, cuando te acostumbras, para mi al menos es señal de que deja de importarte. No quiero que no me importe no verlo, o no saber de él, no quiero que me de igual.

No me eches de menos.
Si no quieres no lo haré, te mentiré, y te diré que no lo he hecho.
Sólo son unos días, no me voy al fin del mundo.
Desde mi balcón, a lo lejos, puedo ver tu casa, ahí está el fin del mundo para mí.
Da igual donde esté, yo, te amo.


martes, 6 de septiembre de 2011

Hoy, esta tarde, ahora.

Aún lo siento en mi piel.
Aún tengo su sabor en mi boca.
-Que bien se está aquí.
-Cuanto me alegra oír eso.
Sobre todo porque el aquí, no es más que conmigo y donde siempre.



viernes, 2 de septiembre de 2011

Promesas

Estamos de feria, aunque algo pasada por agua.
Fiesta de guardar, de esas en que nos juntamos los compañeros para compartir algo mas que trabajo.
Tú, yo, y doce personas más.
-Contigo la vida sería muy fácil, encuentras soluciones para todo.
- Para los demás sí, para mí ya es otra cosa.
- Teníamos que habernos marchado solos.
-Te lo dije.
-Pero es que hoy tocaba con ellos.
-Sí, si no es que no me apetezca pero...
-Encontraré tiempo para que lo hagamos.
- No lo harás.
-¿Por qué?
-Porque no lo harás
-Si lo haré.
- No lo harás.
-Que sí.
-Promételo.
- Te lo prometo.
Creo que en ese momento, mi sonrisa hizo a un lado a todos los nubarrones que amenazaban con mojarnos. Sí, es una cosa tonta, una simple promesa, pero es que no me ha prometido amarme eternamente, me ha prometido algo mejor... tiempo, su tiempo.

sábado, 27 de agosto de 2011

........

La vida da muchas vueltas, muchísimas, tantas que marea. Algunas veces queremos quedarnos justo en la que estamos, que no gire, que se detenga, o por lo menos que vaya más despacio, pero sigue y nadie sabe que hay en la próxima, o dónde caeremos y como lo haremos.
Lo que me dijo no sé si es tan bueno o no, pero fue inesperado, eso desde luego.
He de decir que cuando le di el regalo estuve un tanto... extraña con él, quizá por los nervios del reencuentro, por la distancia que nos había estado separando, por sus silencios que sólo rompía algunos días con unas brevísimas palabras. No, yo no estaba para nada segura de lo que esperaba, de lo que quería de mi, y me asusté. Así que fui formal, no sé dónde escondí el cariño que se me escapa con su simple presencia, no sé dónde se fueron los besos que deseaba darle, o las ganas de hundir mi cara en su pecho y olerle. Mantuve la distancia, y ni siquiera sonreí cuando me dijo que estaba muy guapa. Hasta la conversación por teléfono fue breve, y nos dijimos la mala noche que habíamos pasado los dos y todo, pero aun así... yo estaba cansada de todas las maneras posibles.
Y él se asustó, tanto como lo estaba yo.
Siempre le digo que no quiero que tenga nunca ni una sola duda sobre mi, sobre lo que siento o lo que quiero, y de repente lo dejé a oscuras. Él no está tan acostumbrado a vivir en la penumbra, no tanto como lo hago yo.
A una serie de explicaciones, que no había pedido, y a un montón de cosas que sentía, se le unieron las palabras que nunca pensé que me diría.
No me castigues, por favor, perdóname.
Sólo ha vivido unas horas de mi silencio, si eso es un castigo por mi parte, yo vivo castigada continuamente por él.
Le conté lo que me pasaba, y dijo que era por su culpa, que me había desilusionado. No pude quitarle del todo la razón.
Por un instante, y no sé si está bien que lo diga, me sentí con la sartén por el mango. Sé que con él, por circunstancias, todo es pan para hoy y hambre para mañana, pero... ahora mismo me siento casi mimada. Se le escapa el amor por los ojos cuando me mira, y por los dedos cuando me escribe, porque por ahora ha dejado los telegramas.
Nada, nadie, o casi nada y casi nadie, puede cambiar lo que sentimos el uno por el otro. Él confía demasiado en esa fe que tengo, aunque le digo que el amor no sólo se puede alimentar de un lado, porque es agotador mantener mi fe en él y no dejar que él pierda la suya en mi, con tantas cosas como suceden a nuestro alrededor, y sola, no puedo. Ahora lo sabe, eso creo. Puede que por un momento sintiera que yo ya no estaba, no lo sé.
El caso es que ahora, él, está.

jueves, 25 de agosto de 2011

.....

Algunas veces el amor es cuestión de fe.
Cuando no hay manera de que te demuestren que te aman, cuando no hay manera posible, o crees en ello, o no.
Mi fe se tambaleó, se derrumbó por los suelos. Y como todo el que la pierde, quise renunciar a lo que creía, porque había dejado de tener sentido seguir creyendo.
Quise tomarme un descanso, hacer una parada.
Le escribo a diario, si, cada uno de mis días lo hago, aunque la respuesta a esas cartas no sea diaria, lo hago.
Después de darle el regalo, decidí tomarme un descanso. Necesitaba alejarme un poco y saber si seguía sintiendo lo mismo, si creía que él seguía sintiendo lo mismo. No le dije nada, ni después de hablar por teléfono, simplemente era algo que había decidido, no tenía que pedir permiso, no tenía nada que consultar, sólo quería descansar.
Aquel día no le escribí.
A la mañana siguiente tenía una de sus cartas esperando en mi bandeja de entrada.
Y en ella decía algo que nunca pensé que él me diría...

martes, 23 de agosto de 2011

Desvaríos

Soy un efecto óptico.
Si me miras desde lejos, soy fría, seca, aburrida, poco simpática, poco habladora, poco muchas cosas.
Si te acercas y esperas, soy justamente todo lo contrario. Bueno, no soy demasiado simpática, pero tengo un pase.
Puedo ser totalmente opaca, o del todo transparente, sólo hay que saber mirar
La gran mayoría de las personas que me conocen, no saben quien soy. Sólo unos pocos, poquísimos, conocen a la verdadera Jo.
¿Me escondo? No del todo, cada día menos en realidad, es que he tardado mucho en salir a la luz. Aún no soy más que un brote de mi misma, ni siquiera yo sé que seré cuando acabe de crecer.
Precisamente hoy le decía a él, que nadie sabe tanto de mi, que nadie conoce mi corazón, mi alma y mis pensamientos, como él. Bueno, quizá mi querido Oráculo, pero ¿cómo va a vaticinar mi futuro si no me conoce y no sabe de mi?
No sé ser mala, pero creo que la maldad habita en todos nosotros, y algunas veces he creído serlo. Aunque cualquiera os diría que soy buena, en lineas generales claro. No me gustan las mentiras, pero miento, miento y callo, aunque callar no es mentir ¿Verdad?. Tengo justificación para mis mentiras, mi propia razón para hacerlo. No es ni buena, ni mala, ni la mejor, ni la peor. Pero no tengo más remedio que hacerlo, bueno, podría no hacerlo pero sería mucho más complicado, haría infelices a otras personas y así, de momento, mantengo el equilibrio. Sí, ya sé, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, cierto es, y tarde o temprano tendré que dejar de mentir.
La parte que es "mentira" es la que me hace feliz. En esa parte estoy yo, sin tapujo alguno, como aquí. Ya lo dije un día, salgo de mi vida para ser yo. Y cada día que pasa, quiero ser mas yo. Cada día me rebelo mas contra mi misma, para dejarme salir. No sé si lo conseguiré, son demasiados años pasados bajo mi propio dominio, ya no me quedan tantos por delante, y soy difícil de convencer. Me mantengo con la autoestima baja, para que esa parte emergente piense que ella tampoco tiene nada que hacer, que vale tan poco como lo que la gente ve. Sí, soy mi propio hueso duro de roer, mi peor enemigo, mi obstáculo a vencer. Una vez que acabe conmigo, nada podrá detenerme.
Recuerdo que una vez hace mucho, cuando él y yo no eramos más que buenos amigos, en una de esas fiestas de compañeros me dijo, ¿por qué tú no te acercas a bailar cariñosa como hacen las demás? Y le contesté, si algún día atravieso esa barrera y lo hago, témeme, porque entonces nada podrá pararme. Y no le mentí. Cuando hice añicos ese muro, nada ha podido frenarme, bueno... algunas cosas, pero son esos imposibles de los que estáis hartos de oírme hablar. Aunque sigo sin acercarme a bailar de esa manera cuando estamos con los demás, hay cosas que ninguna de mis "dos partes" harían jamás.
Tengo por delante un enorme muro que cada día trato de echar abajo, para volver a repararlo, hasta dejarlo prácticamente igual. Algo así como la maldición de Sísifo.
Quién sabe, quizá en otra vida ofendí a algún Dios.

domingo, 21 de agosto de 2011

Me atreví.

Imaginé la escena de mil maneras distintas.
Desde la buenísima a la peor. Como siempre nada sale como imaginas cuando se trata de dos. La conversación ni siquiera fue parecida, los gestos fueron distintos, nada sucedió como imaginé.
-Esto es para ti.
-Pero... yo no te he comprado nada.
-No tienes porque hacerlo, pero si no lo quieres ahí tienes la basura. No, no lo abras ahora, ya lo verás después. He escrito una tarjeta y quizá no debí hacerlo. Tengo que irme.
Me di la vuelta y no me giré ni una sola vez, nunca me ha parecido tan largo el pasillo. Aún no recuerdo si bajé las escaleras o tomé el ascensor. Me fui y lo dejé con la bolsita en la mano, sin saber muy bien que decir o que hacer. No era el lugar, pero no me dejó otra opción. Recurrí a ese momento que llamo "Lady Halcón". No hubo besos, ni un te he echado de menos, ni un me alegro de verte. Me había pasado diez horas barajando la posibilidad de marcharme antes de que llegase, de no darle el regalo, diez horas imaginando escenas diferentes, para después... improvisar como pude.
Caminaba hacia mi casa, el calor ya apretaba a pesar de que eran poco mas de las ocho de la mañana, cuando sonó el teléfono.
-¿Si?
- Te quiero.

Esa parte ni siquiera se me ocurrió imaginarla.

viernes, 19 de agosto de 2011

Vuelta al cole

Anoche volví al trabajo.
Me sentí rara dentro del uniforme.
¿Qué has hecho en las vacaciones?
Nada, quedarme en casa.
¿No has ido a ningún sitio?
No.
Un año más soy la única que no ha ido a ningún lugar "exótico", que no ha bebido o comido algo nuevo y riquísimo en un sitio magnífico, y que no tiene un millón de fotos que enseñar. La mitad de mi moreno es de la terraza de casa, la otra mitad de ir algún día suelto a la primera playa que se encuentra según salgo de mi pueblo. No está tan lejos, algo más de 40 kilómetros, y ahí está el mar. He leído cuatro libros y no he engordado. ¿Buenas o malas? Tranquilas y sin tener que ir a trabajar.
En cuanto al resto....
Tengo mil preguntas sin respuesta. Respuestas que como diría mi querido Oráculo, no me serviría de nada conocer.
Así que... para qué preguntar.
Pero tengo una... Si alguien es todo lo que pudierais desear y lo tuvierais a vuestro alcance. ¿Lo dejaríais escapar o depende del precio a pagar?

La vuelta al cole no ha sido tan mala.... no del todo...

lunes, 15 de agosto de 2011

.....

Un regalo.
Un caleidoscopio.
Una tarjeta.
Una enorme y sonriente flor del amarillo más brillante.
Unas pocas palabras.
Quiero llenar cada día de tu vida de maravillosos colores.

Ahora sólo tengo que atreverme a dárselo.

domingo, 14 de agosto de 2011

Esperando que es gerundio

Quizá cuando uno tiene la certeza de que algo le pertenece, no teme jamás perderlo. Aunque puede que lo que suceda sea, que no le importe lo mas minimo esa perdida. En cualquier caso siempre parece que pase lo que pase, permanece inmutable.
Mi abuela siempre me decía que si alguien no me trataba bien, o si me hacía algo que no me gustase, yo no debía hacerles lo mismo, porque al hacerlo estaría siendo igual que ellos. Se ve que no creía en la Ley del Talión. Cuando alguien te dice que quiere algo, aunque no lo parezca, le contesto, lo sé, sé que no siempre las cosas son como parecen, pero algunas veces tienen que parecer además de ser.
No soy capaz de responder con silencio al silencio, no me sale. Y hago que las cosas que quiero, sean lo que parecen. Una vez más estoy ante lo mismo de hace uno días, hacer algo esperando ¿qué?
Me pido calma, neutralidad, no inclinarme ni hacia un lado ni hacia el otro, no tomar una decisión sin saber, esperar....
Pero ya se sabe que el que espera, desespera.
Y que quién espera lo mucho, espera lo poco.
Y que uno se murió esperando.
Y que a quién espera, su bien le llega
Y que el que esperar puede, alcanza lo que quiere.
Y que mas me vale esperar sentada.
Todos dicen exactamente lo mismo... espera, espera, espera...
Aunque lo que deberían decir es... Jo ¿qué es lo que esperas?

Eres muy imaginativa, y se te dispara la imaginación.
¿Y qué quieres? Si me das una de cal y otra de arena.
Es que no puedo...
El día en el que yo cierre el grifo y empiece a usar un cuentagotas como haces tú ¿Qué pasará?



miércoles, 10 de agosto de 2011

.......

El viento sopla con fuerza.
Imparable se cuela por puertas y ventanas.
Nervioso se arremolina.
¿Qué busca?
Arrasa con lo que puede a su paso.
Seca la tierra, levanta polvo.
Desesperado.
Gime entre los arboles.
¿Llora?
¿Acaso no lo oyes?
No halla lo que quiere, no encuentra consuelo, no se detiene.
Nada lo calma, nada lo apacigua.
¿Triste?
Susurra en los rincones, grita en las calles.
Azota arboles y marchita rosas.
Está solo, porque al viento, nadie lo ve, nadie lo toca.

martes, 9 de agosto de 2011

Había una vez...

El viento sopla con fuerza hoy, comenzó de madrugada, robándome el sueño al hacer tintinear las lámparas. Un afilador anuncia esta mañana sus servicios, cuchillos, tijeras...y esa musiquilla que hace años que no oía. Una buena mañana para escribir un cuento.
Recordaba con el café del desayuno, el principio de toda esta ¿historia de amor?. Sí, en realidad justamente eso es lo que es, lo tiene todo, amor, pasión, deseo, celos, dificultades, si alguien la escribiese puedo asegurar que reúne todas las condiciones para ser una magnífica novela rosa, salvo el final, aún no tiene, y cuando lo tenga no creo que sea demasiado bonito. Pero tiene un principio.
Hace algunos años pedí un cambio de servicio, una de esas cosas que se hacen así casi de pasada, por dejar de oír a los que me decían que no fuese tonta y que buscase un lugar donde el trabajo, en apariencia, era menos cansado. El destino, porque otra explicación no hay, hizo que me lo concedieran, no tenía la antigüedad suficiente, pero, quien debía aceptarlo lo rechazó, y yo, cambié de ¿suerte?.
Y allí lo encontré, lo conocía de oídas, pero no le ponía cara al nombre. Con el tiempo me confesaría que hacía años que me observaba, y que lo llenó de alegría saber que precisamente yo iba a trabajar con él
Desde el primer día me sentí comoda con él, no me costaba hablarle, ni trabajar a su lado, no había mejores compañeros ni más compenetrados. Él me buscaba a mi, y yo, lo buscaba a él. Pasaron así un par de años, entonces alguien volvió a su puesto, desplazándolo a él del suyo a mi lado. Eso nos separó, ya no pasábamos horas juntos, como mucho un par de minutos a la hora del relevo, los mismos minutos que pasamos ahora, ni más, ni menos. Y así, transcurrieron otro par de años. Fuera del trabajo sólo coincidíamos en esas salidas que hacen los compañeros juntos, Navidad y fiestas de guardar. Cervezas, risas, baile, charlas, y esos ojos suyos que me atrapaban de vez en cuando, y en los que no me importaba perderme, aunque no sabía interpretar del todo sus miradas. Estábamos bien juntos, estamos bien juntos, y eso salta a la vista de todos.
Una noche tras una de esas "fiestas", tras haber sorprendido mas de una de esas larguísimas miradas, justo cuando me despedía, con esos dos besos que se dan los amigos, esos en los que dices... te veo mañana... y amparada quizá por las copas, le dije, ¿me das otros dos?, por supuesto dijo él. ¿Y dos más? volví a pedir, encantado, contestó. Ni que decir tiene que no estábamos solos, y lo sabíamos, así que los besos no pasaron de las mejillas, aunque como después le confesé, ardía en deseos de besarle largamente y sin prisas. A la mañana siguiente le escribí dándole las gracias, por ser tan amable conmigo.
Y empezaron las palomas, yendo y viniendo, yendo y viniendo. Cada día nos descubríamos un poquito de corazón el uno al otro. Con que cuidado, con que mimo, con que cautela, para que ninguno asustase al otro.
Él aguardó para decirme que me quería al momento preciso, a una noche llena de estrellas, al vino y las velas. Sí, sé que puede parecer poco original, pero fue precioso, y era la primera vez que alguien pensaba en tantos detalles para decirme algo así.
Decir que eramos las dos personas mas felices encima de la tierra, no sería exagerar. Él llevaba años esperando, mirándome desde lejos, queriendo decirme lo que me dijo aquella noche de verano. Y yo, llevaba tiempo preguntándome porque me sorprendía pensando en él en momentos y situaciones en los que casi no venía a cuento.
Sonrisas, creo que nunca he sonreído más en toda mi vida, y lo hago cuando lo recuerdo. Quise contener lo que sentía, porque ya era consciente de que no iríamos mucho más allá de donde estábamos. Quise hacerlo, pero me crecieron unas hermosas y enormes alas debidas al amor que me llenaba, me vi capaz de volar, de llegar a cualquier parte, era feliz por primera vez en mucho tiempo. Y dejé que me inundase, deje que el amor me llenase por completo y comencé a derramarlo para él. Y él, se bañó en ese amor, y dejó que el suyo hiciese compañía al mío, dos corazones que se entendían a la perfección, como si durante toda nuestra vida nos hubiéramos estado esperando, como si cada una de las casualidades que se habían dado nos hubieran estado conduciendo a esos momentos. El uno hacia el otro.
Y entonces, como en toda historia de amor que se precie, surgieron las complicaciones y los imposibles.
Fue la primera vez que trate de matar lo que sentía. Dije basta, esa vez lo dije, no puede ser, así no puedo, no puedo, no puedo. Lloré, y él lloró, porque no podía hacer nada, porque no encontraba consuelo para mi, porque lo ahogaba la rabia. ¿por qué hemos esperado hasta ahora? me preguntaba ¿por qué hemos tardado tanto en decirnos lo que sentíamos? Cada cosa tiene su momento, le decía yo, y este era el nuestro, a pesar de todo, era este.
Mi corazón se negaba a no sentir, se negaba a relegarse al olvido otra vez, no quería dejar de latir. No podía amarlo, pero no podía dejar de hacerlo. Y como en toda historia de amor que se precie, dejé de comer, dejé de dormir, y le dije que no podía dejar de quererlo, que no me importaba nada, ni nadie. Y a él, le pasaba exactamente lo mismo. Y volvimos a vernos, empezamos a alternar la felicidad con otras cosas. Puede que la vida no sea un camino de rosas, pero algunas veces pienso que alguien ha robado todos los pétalos, y ha dejado para nosotros, para mi, solamente las espinas.
El resto de esta historia de amor, capítulo más, capítulo menos, está escrita aquí.
Algunas veces pienso, sueño, imagino, fantaseo, con que algún día leeremos todo esto juntos, porque por arte de birlibirloque, los imposible perderán algunas letras, y todo será posible.

Amarlo así me duele la mitad de los días, pero es un dolor soportable, estar sin él.... simplemente me mataría.
Pronto volveré al trabajo, a los dos minutos al amanecer, al café deprisa que se toma conmigo aun sabiendo que todos nos miran, a la charla sin sentido mientras nuestros ojos se hablan, a las caricias distraídas, a querer robar un beso a escondidas, a que me tiemblen hasta las rodillas si lo consigo, si lo consigue, a los corazones desbocados.
Suelo decirle que nuestro cuento está algo así como por la mitad, estamos escribiéndolo, hay que esperar. La vida da muchas vueltas, en esta nos hemos encontrado, esperaremos a ver que sucede con la siguiente.

lunes, 8 de agosto de 2011

Dura por fuera y blanda por dentro ¿Qué es?

Y como cantaba Julio Iglesias, la vida sigue igual.
No aprendo que unas pocas palabras, por muy a tiempo que hayan sido dichas, no cambian nada.
Me levanto con un silencio, después de unas pocas gotas de amor. Agua para el sediento, comida para el hambriento, abrigo para el que pasa frío, un corazón para otro corazón, pero sólo para hoy y nada para mañana.
Siendo una niña, en el colegio teníamos una asignatura que se llamaba Labores, sí, soy así de antigua, tanto que nos enseñaban a hacer punto de cruz, ganchillo y vainica. He de decir que es la única asignatura que he suspendido, no soy habilidosa. Aun así, el ganchillo no se me daba mal. Tenía por entonces una amiga y compañera de clase, que de toda la vida ha sido mas espabilada que yo pero también menos aplicada. Había que presentar todo un muestrario de nuestras labores de ganchillo, y ella, no lo había hecho, y yo, se lo hice enterito. Pasado un tiempo, no recuerdo muy bien que es lo que quería de ella, le recordé que me debía un favor y le dije "te hice las muestras", a lo que respondió "no haberlas hecho".
Debí aprender ese día a no esperar nada a cambio de lo que haga, a cambio de lo que dé. No pido nada, eso si aprendí a hacerlo. Pero sigo esperando siempre un premio, por pequeño que sea, algo, una muestra de reconocimiento, un... te lo mereces por todo lo que haces por mi, por todo lo que me das.
Quizá por eso esos premios vuestros, sin haber hecho nada para merecerlos, me han sabido tan bien. Porque me paso los días mereciéndome muchos premios, ganándolos a pulso, diciendo tantas y tantas veces... no te preocupes no pasa nada, otra vez será, estoy bien... haciendo mil piruetas para mantener el equilibrio de lo que me rodea, tratando de que todo el mundo esté mejor que bien, que se sientan importantes. Y es como si todos se mereciesen con creces mi esfuerzo, como si yo estuviese aquí justamente para eso, para ellos, para todos. Nadie ve nunca esas lágrimas, nadie sabe nunca como de verdad me siento, nadie me ve, porque nadie me mira. Nadie sabe si algo me duele, si se me enfría el alma de soledad, o si me sangra el corazón de amar, nadie se detiene conmigo el tiempo suficiente.
Soy tan humana como el que más, y quiero las mismas cosas que los demás, las mismas que tú.
Deja de mirarme por fuera, y por favor, mira lo que hay dentro.
No soy fuerte, sólo resistente, por fuera una roca, pero hasta las más duras se desmoronan con el tiempo. Y sentir que no le importas a nadie, es un martillo golpeando sin cesar esa roca.



sábado, 6 de agosto de 2011

365 días.

Hoy es nuestro primer aniversario, con muchas, muchísimas posibilidades de que termine por ser también el único y último.
No, no hay celebraciones, ni regalos, ni siquiera vamos a vernos. No hay noche mágica, ni estrellas, ni luna creciente, me pregunto si sigue habiendo al menos el mismo amor.
Me pasé la tarde de ayer llorando, sí, no me avergüenza decirlo, lloré sin que nada ni nadie pudiese consolarme. Tú lo sabías, pero como siempre yo misma te pongo la excusa perfecta en bandeja. No te preocupes, es sólo que acumulo mucha tensión que tiene que salir por alguna parte, pero quédate tranquilo, estaré bien. Y aunque ayer mencionaste lo especial de este día, hoy, ni siquiera te has molestado en regalarme un te quiero, o en preguntar si ya he terminado de soltar... tensión.
No lloraba por la no celebración, ni por no verte hoy, lloraba porque no dejo de ser una ilusa. Ha pasado un año, 365 días que he llenado de ilusiones, de sueños, de esperanzas, de amor para ti. No quería ver, lo que tan bien veía cuando esto comenzó, no hay futuro para nosotros y yo misma te lo hice saber. Recuerdo haberte escrito y citado un pasaje del libro que leía, que terminaba precisamente diciendo eso "el único futuro que nos queda, es el presente". Recuerdo haberte dicho que no quería que lo que acababa de pasar cambiase nada entre nosotros. ¿En qué momento deje de oírme? ¿En qué momento dejé que lo que sentía pudiese más que lo que pensaba, que lo que sabía?. Las lágrimas limpiaron de sueños mi entendimiento, se llevaron por delante las esperanzas vanas, lavaron las ilusiones, dejando una realidad límpida, cristalina, tan reluciente que hace daño al mirarla y de nuevo, me hace llorar.
Todo debió acabarse hace meses, quizá ni siquiera debió empezar. He llorado casi todos esos 365 días, unos días porque no sabía de ti, otros porque me parecía que te perdía, otros porque los imposibles me ganaban la partida, otros porque me hacía falta llorar, y otros... porque no hay nada más que eso... lágrimas y nada más.
Mato este amor una vez cada poco tiempo, y la frecuencia ha aumentado. Me lo arranco del corazón sin miramientos, te digo que se acabó, que no sirve de nada y lo sabes igual que yo, que para qué continuar, que eres feliz sin mi, y yo, yo también puedo serlo sin ti, que sigas con tu vida perfecta y que ojalá sea perfecta siempre, que vuelvo a ser sólo tu compañera y que quizá algún día vuelva a ser tu amiga. Pero que ahora tienes que alejarte de mi, ni me mires siquiera, ni me hables, ni me llames, ni me escribas, desaparece de mi vida, sé que sabes hacerlo.
Ni una sola de esas palabras abandona mi garganta, me las trago con las lágrimas, y espero, espero a que sea él quien las pronuncie.
Sé que lo hará, porque siente lo mismo que yo. Amor, sin ningún tipo de esperanza.
Feliz aniversario cariño.

lunes, 1 de agosto de 2011

Celos

Cuando uno ve una de esas telenovelas algunas veces piensa... ya no puede complicarse más, y entonces los guionistas encuentran la manera de hacerlo. Y te dices... anda ya, esas cosas no pasan en la vida real, menuda mentira. Pues pasan, algunas veces las cosas se complican tan tontamente como en las telenovelas, y nunca son fáciles de solucionar.
Celos.
No voy a decir que nunca los haya sentido, soy humana, supongo que todos en algún momento los sentimos en mayor o menor medida. La cuestión está en saber que son sólo eso, que son la gran mayoría de las veces injustificados, que no hay que oírlos ni darles pábulo. Los celos son algo que sucede solamente en tu cabeza, pero si les prestas atención... son malos consejeros, se vuelven negros, corroen todo lo que tocan. Son destructivos.
Cuando los he padecido, he callado y esperado a que se me pase. Me he convencido a mi misma de todo eso que he dicho antes, y los he alejado de mi siempre más pronto que tarde. Y puedo decir que nunca han causado problema alguno en esta... ni siquiera sé como llamarla, ¿relación? mía.
Puedo como en todo responder por mi, pero no estoy sola en esto y...
Hace unos días mencione un nombre, parece que el del mismísimo diablo, en presencia de esa mitad mía en esto. Medio de broma, sin mala intención. Alguien con quien mantuve una muy buena amistad hace casi nueve años, un hombre, otro hombre. Alguien con quien sigo teniendo cierto contacto. Contacto que se limita a una llamada de teléfono una vez al año o algo así, que por casualidades de la vida asistió a la presentación de mi libro. En fin, el dato que importa es que hablamos de hace nueve años.
Desde ese instante desconozco al hombre al que amo.
"Deja de bromear, no me gustan ciertas menciones, te quiero mucho y es normal que sienta algo de celos."
Yo, que se ve que no debo ser muy espabilada en estas cosas, pedí perdón por la broma, y con la mejor intención del mundo le conté que me llevo a aquella amistad, que nunca hubo nada mas, sólo largas conversaciones y paseos por el parque. Le expliqué la casualidad que le llevo a la presentación, expliqué y expliqué todo lo que me pareció explicable. Y él dice que cómo esa persona en concreto va a ser considerado conmigo, a ser atento sin mas motivo, sin tener nada, con alguien como yo. ¿Alguien cómo yo? ¿Qué significa ese alguien cómo yo?.
He vuelto a explicar, puede que sin necesidad pero para que lo entienda, que si tuvo alguna intención justamente la palabra es esa TUVO, en pasado, ¿qué tiene que ver con nosotros ahora? ¿qué importa lo que sucedió hace nueve años?.
Solucionamos una cosa y se nos estropean cien.
Me duele que me diga esas cosas ¿es qué él sólo es considerado conmigo porque tiene algo? ¿no decía que es y que siempre será mi amigo? ¿Cómo va a serlo?
La verdad es que no lo entiendo.
Nunca, ni por que tuviese poco de él, ni porque nunca esté para mi cuando lo necesito, ni por sus ausencias, nunca le he reprochado nada. He celebrado cada pequeño gesto que haya podido tener conmigo. He estado para él siempre, ofreciéndome incluso para cosas que nadie en mi situación se ofrecería. Y me echa en cara que hace nueve años yo tuviese un amigo.
Le dicho que ya había pedido perdón, que si me había equivocado no me costaba reconocerlo, y que desde luego no había sido mi intención despertar a ese demonio que al parecer lleva dentro. Pero no pediré perdón de nuevo.
No he hecho nada malo, y si se lo parece, fue hace nueve años.
Y él, como todos... también tiene un pasado.

Esta montaña rusa me marea.

sábado, 30 de julio de 2011

.......

Ver como te quitas el reloj para meterte en el cama, se ha convertido en un gesto íntimo.
El tiempo se queda en la mesita de noche, creando un pausa para nosotros dos. Decir que últimamente no nos habíamos entendido ni siquiera en esos silencios, no es del todo un secreto. Ni siquiera pienses, en nada, ni en mi, relájate, te hace falta a ti y me hace falta a mi.
Me matas, dijiste. Y volvería a matarte ahora mismo, y moriría mil veces del mismo placer junto a ti, te dije. Sólo contigo soy capaz de no pensar. Y entonces ¿por qué me niegas? pregunté.
Lo hace, me niega, y quisiera no necesitar lo que toma de mi.
Tengo que irme, dijiste sentandote en el borde la cama. No quieres irte, te dije mientras te abrazaba. No, no quiero, y volviste a ponerte el reloj.
Algún día te darás cuenta de...
¿Qué no puedo vivir sin amor?
Sí, de eso.


Sé que se puede, se vive, sin amor y sin tantas otras cosas. Se vive sin compañía, sin amistades, sin familia, se vive solo, pero se vive... o se sobrevive. El instinto es perdurar y sobrevivir, aguantar, sostenerse. Respiras, te late el corazón, caminas, comes, bebes, y eliminas los residuos que tu cuerpo no necesita, por lo tanto, estás vivo.
Sobrevives cada día sin mi, igual que hago yo, y sólo vivimos, unas pocas horas cada semana.
Y el tiempo en su muñeca parece hacerse eterno, hasta que él decida, volver a detenerlo.

viernes, 29 de julio de 2011

Largometraje.

Dictan las leyes de caballería que hay que respetar al débil, ser generoso con el vencido y cumplir religiosamente con la palabra.
A esta última me acojo, di mi palabra, palabra de amor, de amar fuesen cuales fuesen las circunstancias, los imposibles, las adversidades, pase lo que pase... te amaré, eso fue lo que dije y en esas palabras empeñé mi honor.
Para ser digno de considerarse caballero hay que tener al menos diez virtudes:
Bondad, valor, afabilidad, talento poético, elocuencia, fuerza, destreza en caballería, habilidad en el manejo de la lanza, la espada y el arco.
No las poseo todas, monto a caballo nada mas que regular, y no soy muy de armas, pero hoy en día no abundan las lanzas, las espadas, ni los arcos, no creo que me vea en el compromiso de tener que usarlas. Así que creo poseer las suficientes para nombrarme a mi misma caballero
Mantendré mi palabra y así estará a salvo mi honor.
No me queda más orgullo que ese, el de ser fiel a lo que en su día dije.

Ayer, se unieron un cúmulo de malos entendidos. Tantos medios de comunicación algunas veces justamente nos incomunican. Ofuscada e indignada como estaba, dejé de prestar atención a esas palomas que llevan un año haciendo de mensajeras entre nosotros. Cuando miré el correo ya tarde, vi que había escrito unos minutos después de que lo llamara.Cuando se suponía que estaba en el cine. Me avisaba de adónde iba, me decía que estaba bien y que nos veríamos hoy como estaba previsto. Yo silencié el teléfono, si lo hubiera cogido me habría ahorrado el berrinche ,pero no lo hice y el sitio al que iba... por aquí aún hay lugares sin cobertura... sin cobertura no apagado. Puedo jurar por mi pundonor de caballero que no he visto ni un atisbo de mentira en sus ojos esta mañana, y que no hemos encontrado solución para el mensaje del cine. ¿Dónde iba a estar yo en el cine a las once de la mañana? me preguntaste. Y que sé yo, contesté. Pero si hace un siglo que no voy, dijiste. Lo sé, respondí.
Siempre digo de las mentiras deben ser sencillas y tontas para que resulten creíbles.
Todo casa, lo que dice él y lo que hice yo, las horas, las idas, las venidas, menos el mensaje del cine, que aunque él jura que no lo envió yo lo recibí, y le contesté dándole a la opción de responder, y lo recibió, por lo tanto envió el primero. Llamó para explicarse y yo no contesté. Esperé para llamar, y ya no había cobertura. Y antes de irse envió el correo, que yo no vi hasta muy tarde por la tarde, en fin...
No se me da bien ser Sherlock Holmes, y entre beso y beso se interroga fatal.
Y como dije al principio, aun si lo hubiese hallado culpable, di mi palabra de amarlo hasta que él quisiese lo contrario.
Hice un mal juramento, lo sé, pero por mi honor de caballero que lo he de mantener.

Procuraré quejarme menos, no tiene sentido venir llorosa a lamentarme, para luego decirme a mi misma que estoy equivocada. Y sí, sigue sin darme más que lo que sobra, como de lo que otros no quieren, de lo que dejan cuando están llenos, pero...sigue bastándome... por ahora.
Fuimos buenos compañeros, para pasar a ser los mejores amigos, y aunque el amor amenaza con comerse a la amistad, ante todo seguimos siéndolo, por eso me dolía aún mas pensar en una mentira. A pesar de los besos la conversación ha sido seria, hemos hablado de ese no futuro nuestro. Hemos pasado el punto de no retorno, no podemos ser de nuevo amigos y nada mas, quizá algún dia, pero ahora no. Le duele alimentarme de esas sobras, sabe que no es suficiente. Dice que si yo no fuese perfecta todo sería mas fácil.
Nadie es perfecto y ¿quién quiere ser nadie?

Pero todo eso es ya otra historia...

jueves, 28 de julio de 2011

Sigue tu corazón.

Desde el principio el plan era vernos mañana. Nuestras conversaciones de estos días atrás, poniendo tus silencios aparte, han girado entorno a lo cansado que estás, lo agobiado, incluso enfadado dijiste. No quería decirte algo como, cariño todo eso no me lo creo, porque en cuanto pronunciase esas palabras ya no volvería a creer de verdad nada de lo que me dijeses. En cambio cometí el error de ofrecerte una cosa, si estás muy cansado nos vemos otro día.Tonta de mi que esperaba a cambio palabras del tipo, tu simple presencia ya me hace descansar, o tú haces que me relaje... que sé yo, soy una ¿romántica poco práctica?. Pero no, dijiste, sí, mejor dejarlo para otro día,y añadiste una serie de cosas que hicieron que realmente me preocupase que tu agotamiento fuera en serio.
Amaneció, he hice algo que me suele decir una compañera, sigue tu corazón. El corazón me llevó hasta el teléfono y te llamé. Apenas había dado un tono de llamada cuando me colgaste. Estará en alguna reunión, lo he pillado en muy mal momento, pensé. Empecé a escribirte un mensaje, y yo uso todas las letras así que tardo un poquitín, y en mitad de ello estaba cuando llegó uno tuyo. Estoy en el cine. ¿En el cine? ¿ A las once de la mañana?. Y respondí a ese mensaje. Entonces no estás aquí (en mi pueblo sólo hay cine por las mañanas los domingos), te llamaba por si me necesitabas, pero ya veo que hoy el día te está yendo mucho mejor. Cuando acabé le quité el sonido al móvil por si llamabas, y lo hiciste, y no contesté, y luego te llamé yo, y ... habías apagado el teléfono.
Ayer no tenía un minuto para mi, y hoy, se va al cine no sé adónde pero a muchos kilómetros de aquí, eso es seguro.
Ahora si que no voy a poder creerme nada.
¿Le hago caso al corazón cuando volvamos a hablar?
Porque esto de hoy, requiere una conversación seria... o no?

No creo merecer que me mienta. Él siempre puso por delante el decirnos la verdad, que necesidad hay de mentiras decía, y es cierto, que necesidad había.

lunes, 25 de julio de 2011

Sirena.

Sirena.
Sólo tú, mi querido Oráculo me llama sirena.
Sirena quisiera ser, y devorar a aquel que se atreviese a prestar oídos a mi canto.
Hubo en su día quién decía de mi que no conocía mi propia fuerza, que no sabía cuán poderosa podía llegar a ser. Nunca sentí ese poder, ni siquiera cuando estaba en sus brazos, cuando se rendía a mí, cuando su único deseo era cumplir cada uno de los míos.
Sí, sirena querría ser.
Eran temibles, le expliqué ¿No recuerdas a Ulises? Y le conté por encima la historia, lo que yo sé, lo que recuerdo.
Sí, sirena querría ser.
Querría que la fuerza implacable del deseo de tenerme, te hiciera surcar mil mares en mi busca. Que pasarás mil noches en vela con los oídos atentos, a mi canto de sirena. Que te desesperen los días de viento en calma porque no te dejan acercarte a mí, y los de tempestad, porque quizá con el fragor de las olas no me oigas cantar. Quisiera que temieras hallarme, porque sería tu muerte, pero que ya mueres al estar sin mí.
Sí, mi querido Oráculo, hoy querría ser esa sirena que tú ves, tan hermosa como letal, pero sólo para él.
Hoy siento la rabia llenándome, porque hay cosas para las que no consigo explicación, ni yo, que soy la reina de las excusas. A ratos me pido paciencia para esperar, y en otros momentos, me dan ganas de mandarlo todo a...
Puedo vivir sin ti, no te necesito para nada. Te quiero, pero estoy cansada de mantener este fuego ardiendo yo sola, para que vengas a calentarte cuando sientes el alma fría.¿Qué pasaría si yo no añadiese cada mañana un par de leños a esta hoguera? Sí, puede que me asuste un poco, pero puedo dejar que se apague, sobre todo, porque me parece que a ti... te da igual.
Probablemente dentro de un rato encuentres dos minutos para mí, y yo, deje de querer ser sirena, para volver a ser el corderito que soy de normal. Y me desdiga de todo lo dicho, y me diga que no he tenido paciencia, que no sé esperar. Pero ahora mismo... te juro que no puedo más.


Mi querida Jana, muchas gracias por el premio, muchas de corazón. Sólo tengo un problemilla. No sé como puedo recogerlo ni repartirlo, lo sé, sé que si digo que no sé hacerlo quizá no lo creas, pero es así. Nunca aprendí los entresijos de estos lugares, nunca quise poner fotos, ni imagenes, ni nada, ni siquiera cuando yo era otra y escribía en otro lugar, ni siquiera cuando había muchos que me leían, nunca aprendí, sólo quería escribir. Ahora me reconozco torpe y, como este rincón es un secreto tampoco puedo pedir ayuda. Aquí me escondo y estoy a salvo, y por más que me pese por no poder hacer alguna que otra cosa, no le contaré a nadie donde está mi escondite. De poder darlo, tendría que darte uno a ti Jana, que siempre estas ahí y eso me conforta. A Lady Tea, que en su día también me dejó uno, y se lo merece. A Gaearon, el hombre de los finales sorprendentes, y que además, es a quién llevo leyendo más tiempo. A Dawa que se viste de negro pero desprende luz. Bueno, y a cada uno de los que en algún momento pasan por aquí, si son capaces de soportar mis repetitivas palabras, sólo por eso, se lo han ganado. No sé si llegarán a diez, pero.. como es eso... no están todos los que son pero si son todos los que están(¿Se dice así?).
Gracias Jana por el premio, ni te imaginas la ilusión que me hace el pensar que alguien cree que merezco algo.
Y perdón por no saber hacer lo que me pides.

sábado, 23 de julio de 2011

¿Alguien da más...?

Me duele la boca de decirte que no me das poco, que pensaría que es poco si pudieras darme más, y no es ese el caso. Parecía que no tuvieses la conciencia tranquila. Me dices que lo que yo te doy es siempre mucho más. Estamos las mismas horas juntos, las mismas pocas horas, te aclaré. Pero lo que tú me das no te lo doy yo a ti, volviste a decir. Más, no te doy más, sólo soy más clara contigo, sabes lo que siento y que no hay doblez alguna en esos sentimientos. Sin embargo yo he de llenar huecos, hay más lagunas en lo que me cuentas, pero he decido pensar que simplemente eres más callado que yo. No, no me canso de decirte que no es poco, que es suficiente, bastante, pero siempre le añado una coletilla y lo sabes, por ahora. Me callo tantas cosas, tantas. Puede que por miedo a estar equivocada. Si yo lo tuviera todo tan claro como tú quizá podríamos llevar un año juntos, me dijiste. Un año que hemos perdido, te contesté. Lo ves todo tan sencillo. Lo veo sencillo porque lo es, las complicaciones las añadimos nosotros. Y en eso, estuviste de acuerdo conmigo. Nuestras vidas están ya hechas. No, te respondí, una cosa está hecha cuando está terminada y ni tu vida ni la mía lo están, tenemos equipaje y una historia detrás, pero ni mucho menos tenemos la vida terminada.
Y llegado ese punto te pones serio, y te digo que no pienses que no sabes hacerlo, que te vuelves excesivamente real, déjame a mi que piense por los dos, porque yo cariño... soy capaz de volver a soñar.