miércoles, 28 de septiembre de 2011

De su vida y de la mía.

Hablo siempre de todo lo que él tiene en su vida sin mi.
Nunca digo, todo lo que yo tengo en mi vida sin él.
Si le preguntaseis, si pudierais, os diría que tengo una vida, bueno, no es de purpurina dorada como la suya, pero a sus ojos puede ser igual de perfecta.
La única diferencia es que en su día le aclaré porque tenía cabida en mi vida. Le expliqué que podía estar muy llena de algunas cosas, y totalmente vacía de otras. Y él, llenó el vació. Esa es la diferencia. Él ocupa un lugar que estaba libre en mi vida, en mi corazón, y que ahora es suyo. Yo, sólo comparto un lugar en la suya, y no podría asegurar si la parte que me corresponde es mayor o menor. Se podría decir que vino a cubrir una carencia, la del amor, y supongo que de alguna manera yo también cubro una para él, y quiero creer que es esa misma, la del amor.
Los imposibles, esos, están por todos los lados. Crean una inmensa muralla difícil de salvar, sólo que en mi caso estaría dispuesta a dejarme la piel para escalarla y saltar al otro lado. Y él, bueno, creo que puede que se sienta incluso a salvo tras ella.
No soy valiente, para nada, y quizá sólo me envalentona su cobardía. Quizá si un día él se levantase osado, yo, me acobardaría, quién sabe. Puede que lo esté senteciando culpable de que no tengamos futuro, y hay muchas posibilidades que yo misma sea cómplice en ese delito.
Mañana volverá a amanecer para los dos.
Apenas podré cruzar una mirada con él, para pena de mis ojos, que con gusto se quedarían prendidos de los suyos, toda una vida.

martes, 27 de septiembre de 2011

Lunes.

Conversación adulta...
Desde luego nuestras lenguas mantuvieron una larga, enredada, y lujuriosa conversación.
Nuestras pieles no tenían nada que reprocharse, nada que aclarar, y mantuvieron a nuestros cuerpos tan juntos que ni el aire tuvo cabida entre ellos.
Los largos y silenciosos minutos abrazados, dijeron casi todo lo que nos teníamos que decir.
Yo te dije, tú me dijiste, no lo dije de esa manera, te entendería mal. El tiempo, el tiempo que hacía que no nos veíamos, es el único culpable de casi todo.
Y yo, sí, sé que me como la cabeza. No pienses tanto, suele decirme, pero no me encuentro el botón de apagado, no sé como detenerme cuando empiezo a pensar. Sus silencios hacen que mis dudas se reproduzcan a una velocidad vertiginosa. Me mata no poder estar contigo cuando me necesitas, eso me dijo. Podría, yo podría haber rebatido eso, había maneras de estar conmigo sin llegar a estarlo físicamente, pero callé.
Mis dudas no están muertas, ni resueltas, sólo encerradas en algún lugar que desconozco y desde que el que, sin esperarlo, escaparan cualquier día para atormentarme de nuevo. Una vez más os doy la razón a todas, disfruta, vive, no esperes... pero nunca supe hacer eso, y soy demasiado mayor para aprender.
Sigo pensando que hay preguntas que debo hacer, aunque las he pospuesto una vez más.
Le regalé una foto en la que estamos juntos, pero no solos, estamos muy guapos y muy sonrientes.
Ves, así soy yo cuando estoy contigo, le dije, no dejes que se me acaben las sonrisas, no dejes que pase tanto tiempo.
No sé no ir detrás, y en realidad no siento que vaya detrás, sólo digo lo que siento o lo que pienso. Sí, le digo que le quiero, que le necesito, porque no puedo mirarle a los ojos y que lo vea, no puedo acercarme y que note la necesidad que tengo de ser abrazada, la necesidad de un poco de ese cariño que no tengo derecho a reclamar. Lo que siento es más fuerte que yo, y no me gusta que me arrastre de esta manera, pero no puedo controlarlo. Mi control llega sólo hasta no ponerle nunca en una situación comprometida delante de los demás, sólo hasta ahí. Empleo mis fuerzas en no usar el teléfono cuando no puedo hacerlo, o no presentarme donde no se me espera. Intento dejarlo vivir todo lo que puedo. Grito sobre el papel, y me desespera cuando siento que no oye esos gritos. Yo me lo busqué, con su ayuda desde luego, nos lo buscamos los dos. Él lo lleva aparentemente mejor, ya os digo que pocas veces me deja ver como está sin mí y eso no quiere decir que siempre esté del todo bien, yo, soy yo, y contra eso poco puedo hacer. Nos enamoramos y no sabemos muy bien que hacer con lo que sentimos. No sabemos detenernos aunque parezca que tampoco podemos continuar.
Yo, nunca había hecho el amor, con tanto amor, nunca hasta nuestra primera vez. En esos momentos es sólo mío, y yo sólo suya. El placer del sexo crece hasta alcanzar lo indescriptible, porque al deseo, a la pasión, le ponemos... muchísimo amor.
Su corazón y el mío latieron ayer más al unísono que nunca, juntos, desde el principio al fin.
Y eso no hubiera sido posible sin amor.
Soy una tonta romántica, lo sé, pero eso es algo de lo que tampoco quiero curarme.


domingo, 25 de septiembre de 2011

Ayer.

Cuando llegué no estaba.
Sólo encontré mi ahora numeroso turno. El turno de mañana al completo, nadie del turno de noche.
Me senté, casi porque no podía sostenerme de pie. Miré el reloj, no llegaba demasiado tarde, era la hora de siempre. No me atreví a preguntar, era evidente que se había marchado, por primera vez en años, él, no me había esperado.
Entonces lo oí en el pasillo. Quise levantarme y salir a su encuentro, pero no pude. No lo vi abrir la puerta, sólo sentí su mano recorriendo mi espalda hasta llegar a mi brazo, una presión leve, casi una caricia. Levanté la cabeza y allí estaba, justo a mi lado.
Por circunstancias que serían larguísimas de explicar y que pasarían por cuestionarse si la gestión del lugar en el que trabajamos es acertada o no, tuvo que dejar nuestro servicio para hacer el turno en otro. Podía haberse marchado y yo no lo habría visto, pero pasó por allí a tomar café, como siempre. No pude hablar con él, nada, ni una sola palabra. Ni siquiera hemos concretado nada para mañana, no sé seguro si nos veremos. No he sabido nada de él desde el viernes por la tarde, sigo confusa, a oscuras, sin saber que pensar.
Por un lado me digo que se quedó, que quizá eso sea una buena señal.
Por otro está este odioso silencio que se empeña en mantener.
Yo, pensaba que él no era como otros, en realidad sigo pensando que no lo es. Pensaba que se preocupaba por mí y de mí. Pensaba que le hubiera gustado deshacerse en atenciones conmigo si las circunstancias lo hubiesen permitido. Es un hombre serio y responsable, atento, cariñoso, siempre lo imagino pendiente de todo, y pensé que no lo estaba de mi por todos esos imposibles que nos rodean. No lo imaginé nunca huyendo de mí, ni sacudiéndose la poca responsabilidad que sintiese hacia mí, aunque quizá responsabilidad no sea la palabra. Uno no puede decirle a alguien que lo ama, y salir corriendo a las primeras de cambio, no puedes atascarte en el primer escalón, ni rendirte al primer contratiempo. No, no sé lo que es, pero él no es así, puede que sólo sea así conmigo. Lo conozco, conozco su vida, y es... bueno, no creo que nadie pueda tener queja alguna de él, creo que siempre está cuando se le necesita, y cuando digo siempre, es siempre. Pero no hace lo mismo conmigo. Quizá creí que yo era eso que él mismo decía, única y especial en muchas cosas, y no lo soy. No quiere que yo lo necesite, y una cosa tengo clara, no sé muy bien como terminará todo esto, quizá cada uno siga su camino o quizá sigamos intentando estar juntos a pesar de todo, pero nunca más volveré a decirle que lo necesito.
Suele decirme que le gusta como es y como se siente cuando está conmigo. Suelo decirle que a mi pasa lo mismo, que cuando estoy con él soy del todo yo. Es muy posible que haya sido demasiado yo misma con él, puede que sólo sea eso, no he escondido nada, ni lo bueno ni lo malo, y se ve... que doy miedo cuando de verdad se me ve.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Confundida.

Mañana lo veré al amanecer, eso creo.
Le dije que era mi vida, y se asustó.
No lo seas si no quieres, le dije. Eres la vida de mi amor, de mis sentimientos, de mi corazón, pero no lo seas, no te lo diré más. Le dije que llevaba días muy triste, que siempre salgo sola de mis malos momentos, pero que esta vez quise que él me ayudase ¿tan malo es recurrir a la persona a la que amas?, le pregunté. Ni que decir tiene que tuve que escribir esas preguntas, algunas respuestas, y muchas cosas más. Las que habéis pensado que no me ha contestado, habéis acertado. Lo veré mañana, eso creo, pero cada vez somos más a la hora del relevo, y contando por encima quizá haya más de catorce personas cuando nos veamos. Mantener la más mínima conversacion es impensable, pero, el lunes, si no hay novedades, si podremos hablar todo lo que queramos, eso ha dicho él, que es muy adulto y quiere mantener una conversación adulta conmigo.
Llamadme lo que queráis, pero es que... ahora mismo no sé lo que quiero.
Ese no futuro, esa carga que me he sentido últimamente... esa sensación no me abandona. Sigo pensando que no le importo. Él sabía que yo no estaba bien anímicamente, porque se lo había dicho, y.... ¿ recordáis el día el móvil, cuando el mensaje del cine? A él no se le ha ocurrido hacer lo mismo, marcar mi número y hablar conmigo, preguntar si lo necesitaba. Aunque yo claramente le había dicho, que necesitaba de su cariño. No se ofende ni se molesta, porque le dije la verdad. Sé que puedo ser chinchosa y caprichosa, puede que no quisiera más que reclamar un poco de atención, puede que me haya portado como una niña, que tuviese una rabieta. Puede que sólo quisiera que se diera cuenta de que estoy aquí, de que me duelen algunas cosas, que no soy perfecta como dice, sólo humana, mujer y para más inri... enamorada, precisamente de él. Que no soy tan fuerte como parezco, yo que sé.. es que ya no sé...
Lady Tea tiene razón, debería disfrutar de mi amor y nada más, ¿estoy peor sin él? No lo sé, realmente no lo sé. Me destroza pensar que nunca más podría tenerlo como hasta ahora. ¿Volveríamos a ser sólo amigos? Tampoco lo sé, con el tiempo es posible que sí. Sé que soy muy capaz de mantener una amistad con alguien que antes fue algo más, lo sé por experiencia, pero con él...
No sé si me quiere tanto que me perdona cualquier cosa que le diga, o simplemente es que no le importa lo mas mínimo lo que pueda llegar a decirle. Sí, estoy muy confundida. Sé que no reacciona bien cuando me pasa algo, al menos le pasa conmigo no sé con otras. Se aleja, en lugar de acercarse, se asusta, se agobia, quiere mantener la compostura o algo así, no sé...aunque me consta que es atento y cariñoso, conmigo reacciona de manera extraña cuando sabe que me hace falta ¿por qué? ¿quizá por qué no puede hacer lo que de verdad quiere?. Mi querido Oráculo suele decir que hacer preguntas no sirve para nada, que la mitad de las veces conocemos las respuestas, sabemos el por qué de todo, pero nos negamos a reconocerlo.
Una conversación adulta es desde luego necesaria.
¿Qué voy a decirle?
Me temo que soy de improvisar.
¿Qué va a decirme?
Para conocer la respuesta a esa pregunta, no hay más remedio que esperar.



jueves, 22 de septiembre de 2011

O quizás no...

Dice, que no tiene nada que perdonarme, que no le he ofendido, que nunca podría enfadarse conmigo, que somos lo bastante adultos como para hablar de lo que tengamos que hablar, que todo lo que he dicho es comprensible y entendible.
Yo, estaba ya de luto, y él, ha resucitado.

martes, 20 de septiembre de 2011

Sencillo.

Ha sido más fácil de lo que pensaba, y también mucho más doloroso.
No han hecho falta preguntas ni respuestas. Sólo le he echado una bronca, sí, he dejado de ser perfecta y he regañado. He dicho que no le importa como me siento, que no me presta atención, que le da igual lo que me pase, en fin... una serie de cosas que no suelo decir.
Según él, pensaba decirme muchas cosas que ya no me dirá.
Y se acabó.
Ya no he vuelto a saber de él.
No me entra ni el agua en el estomago, y sí, sí, después me arrepentí y le pedí perdón, pero se ve que ya era demasiado tarde. El daño está hecho. Ahora toca apechugar con las consecuencias.
En fin.. como digo.. mucho más fácil, y mucho más doloroso.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Para Dawa.

-Hazme un regalo.
-¿Que te gustaría?
-Quiero una sonrisa.
-Eso es fácil.
-Entonces ¿Por qué regalas tan pocas estos días?
-No tuve motivos para sonreir.
-Regálame una, pero no así, no la fuerces. La quiero llena de magia, de calor, de amor, sincera, alegre, inocente y picara a la vez, que llegue de tus labios a mi alma, como hacías antes.
-¿Antes de qué?
- No sé, antes de que la perdieras.
-No la he perdido, debo tenerla en alguna parte.
-Búscala, y cuando la encuentres, regálame una.


Busco una sonrisa para hacer un regalo. No está en los cajones, ni en el armario, ni en las cajas de carton, ni entre los libros. He mirado en los bolsillos, entre los calcetines, hasta en la lata de las galletas, y no está en ningún sitio.
Pero la encuentro, mientras recuerdo...
Cuando me cogías de la mano, cuando me besabas en mitad de la calle, cuando me decías que te hacía sentir un adolescente, cuando me apartabas el pelo de los ojos. Cuando te encuentro ahora por casualidad, cuando me llamas para saber como me va, cuando me pides... una sonrisa.
Y sonrío, casi sin pensar que lo hago.

-Aquí tienes tu sonrisa, no la voy a envolver, quiero que te la lleves puesta ¿te gusta?.


Hace días y días que le debo una sonrisa a Dawa. Escribí esto hace mucho, Noviembre de 2005 dice bajo lo escrito en mi antiguo blog. Alguien me ha llamado por teléfono esta tarde, esa persona que él no quiere ni oír mencionar, para hablar de mi libro, que por cierto no le ha gustado nada, pero ha dicho algo que me ha recordado el cariño que me tenía.
"Es que al leer pensaba, esto lo ha escrito mi Jo, y le ponía cara a los relatos, y son... demasiado oscuros."
Y me ha hecho sonreír. Volverá a llamar, pero sé de sobra que tardará mucho en hacerlo. Con la sonrisa ha vuelto sin saber por qué el recuerdo de aquello que escribí hace tanto, y me ha costado un buen rato encontrar esa sonrisa, para regalársela a Dawa.
Puede que no la veas, puede que haya usado palabras desempolvadas, pero he sonreído tal y como digo, casi sin darme cuenta de que lo hacía.
Es tuya.
Espero que te guste.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El momento de la verdad.

Quiere que perdone sus ausencias.
Todos tenéis razón, si no hay futuro, ¿Qué hago aquí?
Conocéis mi versión de los hechos, ni siquiera yo conozco del todo su versión, es más reservado con algunas cosas de lo que puede parecer, incluso conmigo.
No me dices las cosas por qué no quieres o por qué no sabes como hacerlo, eso suelo preguntarle alguna que otra vez. Las dos cosas, contesta él.
Y él, ¿Qué hace él aquí?
Me habéis oído, o mejor dicho leído, decir que lo tiene todo sin mi, y creedme, cuando digo todo, es todo. Podría haberse deshecho de mí, tenía motivos que yo entendía y entiendo de sobra. Al igual que no le causo problemas ahora, no lo hubiera hecho llegado ese caso, y él lo sabe. Es posible que yo hubiera estado triste, llorado, desesperado, pero también estoy segura de que se me habría pasado con el tiempo. Podría no verlo más, bastaría con evitar esos amaneceres y las fiestas señaladas con los compañeros, podríamos salir el uno de la vida del otro, y él, tenía motivos sobrados para hacerlo, para salir de la mía y dedicarse exclusivamente a la suya.
¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué no lo hace?
Porque me quiere, estaréis pensando, y sí, así es, me quiere, pero... ¿Tanto? ¿Tanto como para arriesgar esa vida perfecta suya?
En estos días me he sentido...fatal, esa es la palabra. Con ganas de ser yo quién lo libere de mi carga. Es feliz y se lo noto, feliz sin mí.
Un día dije que llegaría el momento de hacerle una pregunta, y que después debería ser consecuente con lo que me respondiese .
El momento se acerca.
No consigo quererlo menos porque no esté, y él, no consigue dejarme, y lo necesita, necesita librarse de mi. Puede que tenga miedo de herirme, de hacerme daño, y no se da cuenta de que es así como me mata, quedándose y dándome tan sólo lo que... ¿sobra?,
Tendrá que aprender a contestar a mi pregunta, dejar de callar.
Hay un momento que nadie puede evitar, y es el de decidir, el de elegir, el momento de la verdad.
Después, todo acabará.

viernes, 16 de septiembre de 2011

........

Me despierto buscando sus palabras.
Y me llena de tristeza saber que vive muy bien sin mí.
No me alegran sus alegrías, y eso no me gusta, no me gusta ser así.
Las puestas sol le recuerdan a mí, es cuando más me siente, cuando más me echa de menos, eso dice, y curiosamente jamás hemos disfrutado de ese momento juntos.
Fotografías del sol poniendose en el mar, eso es lo único que hemos compartido.
Te echo de menos me ha dicho.
Y yo, me moriré echándolo de menos, queriendo ver uno de esos atarcedeceres o un amanecer a su lado.
Hoy, los imposibles han crecido y le han puesto el pie encima a este amor. Se rien de mí, sabiéndose vencedores, con esa mueca retorcida del que se sabe invencible.
Hoy nada tiene sentido, nada sirve para nada, hoy, no soy nada.
Alguien a quien le envías una foto con el sol apagándose en el mar, sólo eso.
Sí, siempre nos reecontramos, y me pregunto si no será por mi insistencia en permanecer aquí. No me necesita, no le hago falta, soy mas bien un estorbo que no lo deja vivir del todo en paz. Lo tiene todo, lo tiene todo sin mi. No soy más que un extra, un añadido, algo sin lo que puede estar perfectamente. Él mismo dice muchas veces que quizá sería mejor dejar de vernos, que así no podemos estar siempre, y tiene toda la razón.
Algunas veces hablo de esas tropas invisibles que se mantienen siempre en guardia, no avanzan pero jamás retroceden, aguantan.
Hoy siento que la mitad de esos soldados han desertado, dando la causa por perdida.
Tengo el corazón lleno de amor por él, pero es un amor inútil, malgastado, desperdiciado en mil palabras, repartido a manos llenas, dilapidado. De todos los hombres del mundo, me vine a enamorar del que jamás hará nada para estar conmigo, por más que me quiera, por más que me eche de menos, lo tiene todo y nunca renunciará a nada, y mucho menos por mi.
Pero como diría mi madre "Esa casa la compraste con esa gotera"
En fin...

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Diez minutos.

La luna no debería estar llena las noches que no estás conmigo.
Aún reinaba cuando salí esta mañana en tu busca. El sol apuntaba, dándose prisa igual que yo, por ver a su amada. Redonda y brillante se dejaba acariciar por esos primeros rayos de su amante, igual que hubiera querido hacer yo.
Siempre temo los reencuentros, porque me da miedo no encontrarte. Pero allí estaban tus ojos, tu sonrisa, y nuestro café. Diez minutos, en los que me pediste un par de besos, de esos que se dan los amigos. Tenía tantas cosas que decirte, o tantos silencios que guardar, que ocupé mis labios en el vaso del café, en lugar de con los tuyos. Diez minutos, y el sol, terminó por salir, y la luna, por irse a dormir.
Ahora toca esperar el amanecer del lunes, serás tú quien llegue con los primeras luces del día, y la luna, aunque algo menguada, y yo, quienes te esperemos.
Y con suerte, contaremos con otros diez minutos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Dónde están?

Terminaremos por acostumbrarnos a estar el uno sin el otro. Lucho cada día contra eso pero... me estoy quedando sin palabras.
Creo que le he dicho lo que siento de mil maneras distintas, o de dos mil. Cada día he alimentado este amor para que crezca, y no deja de hacerlo. Cada día he alimentado con ese sentimiento en forma de palabra escrita su amor, el que dice que siente por mi, pero me estoy quedando sin palabras.
Le he escrito cuentos, poemas, largas cartas en las que he derramado todo el amor que soy capaz de sentir.
Y me estoy quedando sin palabras.
En estos días de ausencia apenas le he escrito cuatro letras. He buscado inspiración en su recuerdo, en sus besos, en sus caricias, incluso en la luna llena, pero no he sido capaz de hacerlo. He buscado en mi corazón, y no hay más palabras, el sentimiento sigue ahí, igual de fuerte, igual de grande, igual de sólido, pero no encuentro manera escrita de expresarlo.
Os preguntaréis por qué me preocupa eso, si puedo verlo, si puedo hablarle, que más da si no puedo escribirle.
La explicación está en los imposibles.
Algunas veces es imposible que pueda verlo, imposible que pueda hablarle, y del todo imposible que me acerque a él como quiero.
Sólo me quedan mis palabras, y las suyas, sus repuestas aunque sean cortas, aunque no contesten ni una sola de mis preguntas, aunque parezca que le cobran las letras a millón y no quiera gastar en ellas. Una vez le dije que me bastaba con saber que me leía, que me entendía, que me escuchaba, que con que respondiera con un par de ellas era suficiente. Y ahora soy yo quien se está quedando sin ellas.
Vuelve mañana, pero seguramente yo no sabré nada de él hasta pasado. Otra vez toca momento Lady Halcón, y últimamente hay tanta gente presente que ni esos salen del todo bien. Se quedará, eso espero, a tomar café conmigo, y a cruzar cuatro palabras tontas que no son ninguna de las que queremos decir. Después se marchará y quién sabe... quizá tengan que pasar otros cinco días hasta el siguiente amanecer. Y mientras esos momentos se suceden, mientras surgen las ocasiones en los que un eclipse nos permite vernos a solas, sólo tendré mis palabras, y las suyas.
¿Qué voy a hacer si las mías no vuelven?

sábado, 10 de septiembre de 2011

Sólo cosas...

Cuando mi "relación" con él comenzó había otra persona en mi vida.
Alguien con quien compartía momentos, algunas veces incluso sólo minutos, pero ninguno de los dos buscaba mas. No, no estaba enamorada, pero lo quería. Lo nuestro empezó por empeño suyo y curiosidad mía. Él insistía y yo quería saber si lo que me ofrecía, si aquello que quería darme, era tan bueno como parecía. Solía decir que se enamoró primero de mi cuerpo, para prendarse después de mi corazón, de mi alma, de mi interior. Creo que aquella persona y él, dicen de mi cosas muy parecidas, cosas como que no dejo de sorprenderlos. Soy mujer de un sólo hombre aunque algunas veces, como entonces, las dos relaciones se solaparan durante un par de meses. No tenía que guardarle fidelidad alguna, en realidad tampoco he de guardársela a él, pero... eso no es lo que nos ocupa ahora. Me enamoré, estoy perdidamente enamorada, y aunque no le comuniqué a esa otra persona que no iba a volver a verlo, lo entendió, lo supo, supo que mi corazón había cambiado de dueño,y simplemente dejamos de vernos, y casi no he tenido noticias suyas hasta hace unos días.
Recibí un correo en el que hacia referencia a los años que pasamos juntos,sí, años, decía que me había amado, que me ama aún, claro que a su manera eso desde luego. Decía que tenía miedo de volver a verme y ver en mis ojos que ya no siento nada por él. Que nunca nos habíamos pedido nada, pero que nos habíamos dado mucho. Que me echa de menos, y que me desea como nunca.
Ese es el quid de la cuestión, me desea. Siempre fue sobre todo sólo eso. Durante un tiempo quise que me quisiera, quizá porque yo lo quería, pero siendo fiel a mi forma de ser jamás le pedí nada, y cuando digo nada, es nada. Aprendí a tomar lo que me daba y a disfrutarlo. Aprendí a saber que quería y como lo quería. Aprendí, aunque no lo pongo en practica, que podía tener lo que quisiera de un hombre, aunque sólo en cierto sentido claro está. Yo era su fantasía, y él estaba dispuesto a hacer realidad cualquier fantasía que yo tuviese.
No te imagino sintiendo miedo de nada, y mucho menos de mis ojos, fue mi respuesta a su correo.
No voy a volver a verlo, no como querría. No tengo que darle explicación alguna, y si le dijese que hay otro hombre, no le molestaría, es más, quizá querría compartirme con él, lo haría, si yo se lo pidiese. Hay muchas formas de amar, suele decirme, y no le importaría que yo amase a otro, mientras pudiera tomar de mi lo que desea.
El otro día escribía para mi, uno de esos relatos que nunca verán la luz,y escribí esto.
"Algunas veces es tan sumisa, tan entregada a mi, que domina totalmente mi voluntad y nubla del todo mi razón"
Me pregunto si esa mujer, soy yo...
O si para conseguir lo que quiero, puedo llegar a serlo...
Me pregunto como soy, qué soy, para el uno, o para el otro. Si es más sincero conmigo el que admite lo que desea, o si el otro disfraza de amor el simple deseo. Me pregunto si las dos relaciones no comenzaron de igual manera, veo algo que me gusta, lo quiero, y hago lo que sea para tenerlo. ¿Me ama quizá el que dice que me ama a su manera, o quién me dice que soy el amor de su vida mientras se marcha y me deja aquí a oscuras?
No tengo duda alguna de lo que siento, pero mi "relación" actual algunas veces tiene muchos tintes de la anterior. Terminamos en la cama, siempre, cada uno de los días que nos vemos. Claro que entre una ocasión y otra, sólo hay palabras de por medio.
¿Me estoy convirtiendo otra vez en sólo sexo?
No debería hacerme tantas preguntas....¿verdad?

viernes, 9 de septiembre de 2011

No quiero ser yo.

Quisiera ser como él.
Quisiera poder pasar una tarde maravillosa y que sólo fuese eso, un par de horas a su lado sin que eso me hiciese pensar en algo más.
Quisiera poder hacer las maletas y despedirme con uno de esos... telegramas. Con un no tengo tiempo, ya te contaré, hasta la vuelta.
Quisiera no ser yo, y ser como él.
La culpa es mía, por conformarme siempre, por entenderlo siempre todo, por disculparlo siempre todo, por no pedir jamás nada, por perdonarle cualquier cosa.
Esperaba que al menos dejase una despedida escrita para mi, esperaba un poco de amor en lata al que recurrir cuando lo echase de menos. Esperaba poder esconderme en sus palabras, sentirlas tibias si me da frío, esperaba hallar en ellas su compañía hasta que volviese.
Él sabe lo que se desata en mi cada vez que se marcha.
Hay cosas que no me dice, porque no las siente, simplemente es eso.
El sabor de sus besos y el calor de su abrazo nublan del todo mi razón, y me hacen ser más yo que nunca.
Él sabe como soy.
Y yo, quisiera no ser yo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

No me acostumbro.

Hay días en que la certeza de saber lo mucho que me quiere, me hace simplemente invencible.
Otros, la certeza de saber que este amor está condenado, me hace extremadamente vulnerable.
El que ahora todo vaya sobre ruedas no cambia nada.
Mañana vuelve a marcharse y durante unos días no sabré nada de él. Lo sé, sé que a estas alturas debería estar más que acostumbrada, pero... es que no quiero acostumbrarme, cuando una se hace a algo, cuando te acostumbras, para mi al menos es señal de que deja de importarte. No quiero que no me importe no verlo, o no saber de él, no quiero que me de igual.

No me eches de menos.
Si no quieres no lo haré, te mentiré, y te diré que no lo he hecho.
Sólo son unos días, no me voy al fin del mundo.
Desde mi balcón, a lo lejos, puedo ver tu casa, ahí está el fin del mundo para mí.
Da igual donde esté, yo, te amo.


martes, 6 de septiembre de 2011

Hoy, esta tarde, ahora.

Aún lo siento en mi piel.
Aún tengo su sabor en mi boca.
-Que bien se está aquí.
-Cuanto me alegra oír eso.
Sobre todo porque el aquí, no es más que conmigo y donde siempre.



viernes, 2 de septiembre de 2011

Promesas

Estamos de feria, aunque algo pasada por agua.
Fiesta de guardar, de esas en que nos juntamos los compañeros para compartir algo mas que trabajo.
Tú, yo, y doce personas más.
-Contigo la vida sería muy fácil, encuentras soluciones para todo.
- Para los demás sí, para mí ya es otra cosa.
- Teníamos que habernos marchado solos.
-Te lo dije.
-Pero es que hoy tocaba con ellos.
-Sí, si no es que no me apetezca pero...
-Encontraré tiempo para que lo hagamos.
- No lo harás.
-¿Por qué?
-Porque no lo harás
-Si lo haré.
- No lo harás.
-Que sí.
-Promételo.
- Te lo prometo.
Creo que en ese momento, mi sonrisa hizo a un lado a todos los nubarrones que amenazaban con mojarnos. Sí, es una cosa tonta, una simple promesa, pero es que no me ha prometido amarme eternamente, me ha prometido algo mejor... tiempo, su tiempo.