sábado, 27 de agosto de 2011

........

La vida da muchas vueltas, muchísimas, tantas que marea. Algunas veces queremos quedarnos justo en la que estamos, que no gire, que se detenga, o por lo menos que vaya más despacio, pero sigue y nadie sabe que hay en la próxima, o dónde caeremos y como lo haremos.
Lo que me dijo no sé si es tan bueno o no, pero fue inesperado, eso desde luego.
He de decir que cuando le di el regalo estuve un tanto... extraña con él, quizá por los nervios del reencuentro, por la distancia que nos había estado separando, por sus silencios que sólo rompía algunos días con unas brevísimas palabras. No, yo no estaba para nada segura de lo que esperaba, de lo que quería de mi, y me asusté. Así que fui formal, no sé dónde escondí el cariño que se me escapa con su simple presencia, no sé dónde se fueron los besos que deseaba darle, o las ganas de hundir mi cara en su pecho y olerle. Mantuve la distancia, y ni siquiera sonreí cuando me dijo que estaba muy guapa. Hasta la conversación por teléfono fue breve, y nos dijimos la mala noche que habíamos pasado los dos y todo, pero aun así... yo estaba cansada de todas las maneras posibles.
Y él se asustó, tanto como lo estaba yo.
Siempre le digo que no quiero que tenga nunca ni una sola duda sobre mi, sobre lo que siento o lo que quiero, y de repente lo dejé a oscuras. Él no está tan acostumbrado a vivir en la penumbra, no tanto como lo hago yo.
A una serie de explicaciones, que no había pedido, y a un montón de cosas que sentía, se le unieron las palabras que nunca pensé que me diría.
No me castigues, por favor, perdóname.
Sólo ha vivido unas horas de mi silencio, si eso es un castigo por mi parte, yo vivo castigada continuamente por él.
Le conté lo que me pasaba, y dijo que era por su culpa, que me había desilusionado. No pude quitarle del todo la razón.
Por un instante, y no sé si está bien que lo diga, me sentí con la sartén por el mango. Sé que con él, por circunstancias, todo es pan para hoy y hambre para mañana, pero... ahora mismo me siento casi mimada. Se le escapa el amor por los ojos cuando me mira, y por los dedos cuando me escribe, porque por ahora ha dejado los telegramas.
Nada, nadie, o casi nada y casi nadie, puede cambiar lo que sentimos el uno por el otro. Él confía demasiado en esa fe que tengo, aunque le digo que el amor no sólo se puede alimentar de un lado, porque es agotador mantener mi fe en él y no dejar que él pierda la suya en mi, con tantas cosas como suceden a nuestro alrededor, y sola, no puedo. Ahora lo sabe, eso creo. Puede que por un momento sintiera que yo ya no estaba, no lo sé.
El caso es que ahora, él, está.

jueves, 25 de agosto de 2011

.....

Algunas veces el amor es cuestión de fe.
Cuando no hay manera de que te demuestren que te aman, cuando no hay manera posible, o crees en ello, o no.
Mi fe se tambaleó, se derrumbó por los suelos. Y como todo el que la pierde, quise renunciar a lo que creía, porque había dejado de tener sentido seguir creyendo.
Quise tomarme un descanso, hacer una parada.
Le escribo a diario, si, cada uno de mis días lo hago, aunque la respuesta a esas cartas no sea diaria, lo hago.
Después de darle el regalo, decidí tomarme un descanso. Necesitaba alejarme un poco y saber si seguía sintiendo lo mismo, si creía que él seguía sintiendo lo mismo. No le dije nada, ni después de hablar por teléfono, simplemente era algo que había decidido, no tenía que pedir permiso, no tenía nada que consultar, sólo quería descansar.
Aquel día no le escribí.
A la mañana siguiente tenía una de sus cartas esperando en mi bandeja de entrada.
Y en ella decía algo que nunca pensé que él me diría...

martes, 23 de agosto de 2011

Desvaríos

Soy un efecto óptico.
Si me miras desde lejos, soy fría, seca, aburrida, poco simpática, poco habladora, poco muchas cosas.
Si te acercas y esperas, soy justamente todo lo contrario. Bueno, no soy demasiado simpática, pero tengo un pase.
Puedo ser totalmente opaca, o del todo transparente, sólo hay que saber mirar
La gran mayoría de las personas que me conocen, no saben quien soy. Sólo unos pocos, poquísimos, conocen a la verdadera Jo.
¿Me escondo? No del todo, cada día menos en realidad, es que he tardado mucho en salir a la luz. Aún no soy más que un brote de mi misma, ni siquiera yo sé que seré cuando acabe de crecer.
Precisamente hoy le decía a él, que nadie sabe tanto de mi, que nadie conoce mi corazón, mi alma y mis pensamientos, como él. Bueno, quizá mi querido Oráculo, pero ¿cómo va a vaticinar mi futuro si no me conoce y no sabe de mi?
No sé ser mala, pero creo que la maldad habita en todos nosotros, y algunas veces he creído serlo. Aunque cualquiera os diría que soy buena, en lineas generales claro. No me gustan las mentiras, pero miento, miento y callo, aunque callar no es mentir ¿Verdad?. Tengo justificación para mis mentiras, mi propia razón para hacerlo. No es ni buena, ni mala, ni la mejor, ni la peor. Pero no tengo más remedio que hacerlo, bueno, podría no hacerlo pero sería mucho más complicado, haría infelices a otras personas y así, de momento, mantengo el equilibrio. Sí, ya sé, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, cierto es, y tarde o temprano tendré que dejar de mentir.
La parte que es "mentira" es la que me hace feliz. En esa parte estoy yo, sin tapujo alguno, como aquí. Ya lo dije un día, salgo de mi vida para ser yo. Y cada día que pasa, quiero ser mas yo. Cada día me rebelo mas contra mi misma, para dejarme salir. No sé si lo conseguiré, son demasiados años pasados bajo mi propio dominio, ya no me quedan tantos por delante, y soy difícil de convencer. Me mantengo con la autoestima baja, para que esa parte emergente piense que ella tampoco tiene nada que hacer, que vale tan poco como lo que la gente ve. Sí, soy mi propio hueso duro de roer, mi peor enemigo, mi obstáculo a vencer. Una vez que acabe conmigo, nada podrá detenerme.
Recuerdo que una vez hace mucho, cuando él y yo no eramos más que buenos amigos, en una de esas fiestas de compañeros me dijo, ¿por qué tú no te acercas a bailar cariñosa como hacen las demás? Y le contesté, si algún día atravieso esa barrera y lo hago, témeme, porque entonces nada podrá pararme. Y no le mentí. Cuando hice añicos ese muro, nada ha podido frenarme, bueno... algunas cosas, pero son esos imposibles de los que estáis hartos de oírme hablar. Aunque sigo sin acercarme a bailar de esa manera cuando estamos con los demás, hay cosas que ninguna de mis "dos partes" harían jamás.
Tengo por delante un enorme muro que cada día trato de echar abajo, para volver a repararlo, hasta dejarlo prácticamente igual. Algo así como la maldición de Sísifo.
Quién sabe, quizá en otra vida ofendí a algún Dios.

domingo, 21 de agosto de 2011

Me atreví.

Imaginé la escena de mil maneras distintas.
Desde la buenísima a la peor. Como siempre nada sale como imaginas cuando se trata de dos. La conversación ni siquiera fue parecida, los gestos fueron distintos, nada sucedió como imaginé.
-Esto es para ti.
-Pero... yo no te he comprado nada.
-No tienes porque hacerlo, pero si no lo quieres ahí tienes la basura. No, no lo abras ahora, ya lo verás después. He escrito una tarjeta y quizá no debí hacerlo. Tengo que irme.
Me di la vuelta y no me giré ni una sola vez, nunca me ha parecido tan largo el pasillo. Aún no recuerdo si bajé las escaleras o tomé el ascensor. Me fui y lo dejé con la bolsita en la mano, sin saber muy bien que decir o que hacer. No era el lugar, pero no me dejó otra opción. Recurrí a ese momento que llamo "Lady Halcón". No hubo besos, ni un te he echado de menos, ni un me alegro de verte. Me había pasado diez horas barajando la posibilidad de marcharme antes de que llegase, de no darle el regalo, diez horas imaginando escenas diferentes, para después... improvisar como pude.
Caminaba hacia mi casa, el calor ya apretaba a pesar de que eran poco mas de las ocho de la mañana, cuando sonó el teléfono.
-¿Si?
- Te quiero.

Esa parte ni siquiera se me ocurrió imaginarla.

viernes, 19 de agosto de 2011

Vuelta al cole

Anoche volví al trabajo.
Me sentí rara dentro del uniforme.
¿Qué has hecho en las vacaciones?
Nada, quedarme en casa.
¿No has ido a ningún sitio?
No.
Un año más soy la única que no ha ido a ningún lugar "exótico", que no ha bebido o comido algo nuevo y riquísimo en un sitio magnífico, y que no tiene un millón de fotos que enseñar. La mitad de mi moreno es de la terraza de casa, la otra mitad de ir algún día suelto a la primera playa que se encuentra según salgo de mi pueblo. No está tan lejos, algo más de 40 kilómetros, y ahí está el mar. He leído cuatro libros y no he engordado. ¿Buenas o malas? Tranquilas y sin tener que ir a trabajar.
En cuanto al resto....
Tengo mil preguntas sin respuesta. Respuestas que como diría mi querido Oráculo, no me serviría de nada conocer.
Así que... para qué preguntar.
Pero tengo una... Si alguien es todo lo que pudierais desear y lo tuvierais a vuestro alcance. ¿Lo dejaríais escapar o depende del precio a pagar?

La vuelta al cole no ha sido tan mala.... no del todo...

lunes, 15 de agosto de 2011

.....

Un regalo.
Un caleidoscopio.
Una tarjeta.
Una enorme y sonriente flor del amarillo más brillante.
Unas pocas palabras.
Quiero llenar cada día de tu vida de maravillosos colores.

Ahora sólo tengo que atreverme a dárselo.

domingo, 14 de agosto de 2011

Esperando que es gerundio

Quizá cuando uno tiene la certeza de que algo le pertenece, no teme jamás perderlo. Aunque puede que lo que suceda sea, que no le importe lo mas minimo esa perdida. En cualquier caso siempre parece que pase lo que pase, permanece inmutable.
Mi abuela siempre me decía que si alguien no me trataba bien, o si me hacía algo que no me gustase, yo no debía hacerles lo mismo, porque al hacerlo estaría siendo igual que ellos. Se ve que no creía en la Ley del Talión. Cuando alguien te dice que quiere algo, aunque no lo parezca, le contesto, lo sé, sé que no siempre las cosas son como parecen, pero algunas veces tienen que parecer además de ser.
No soy capaz de responder con silencio al silencio, no me sale. Y hago que las cosas que quiero, sean lo que parecen. Una vez más estoy ante lo mismo de hace uno días, hacer algo esperando ¿qué?
Me pido calma, neutralidad, no inclinarme ni hacia un lado ni hacia el otro, no tomar una decisión sin saber, esperar....
Pero ya se sabe que el que espera, desespera.
Y que quién espera lo mucho, espera lo poco.
Y que uno se murió esperando.
Y que a quién espera, su bien le llega
Y que el que esperar puede, alcanza lo que quiere.
Y que mas me vale esperar sentada.
Todos dicen exactamente lo mismo... espera, espera, espera...
Aunque lo que deberían decir es... Jo ¿qué es lo que esperas?

Eres muy imaginativa, y se te dispara la imaginación.
¿Y qué quieres? Si me das una de cal y otra de arena.
Es que no puedo...
El día en el que yo cierre el grifo y empiece a usar un cuentagotas como haces tú ¿Qué pasará?



miércoles, 10 de agosto de 2011

.......

El viento sopla con fuerza.
Imparable se cuela por puertas y ventanas.
Nervioso se arremolina.
¿Qué busca?
Arrasa con lo que puede a su paso.
Seca la tierra, levanta polvo.
Desesperado.
Gime entre los arboles.
¿Llora?
¿Acaso no lo oyes?
No halla lo que quiere, no encuentra consuelo, no se detiene.
Nada lo calma, nada lo apacigua.
¿Triste?
Susurra en los rincones, grita en las calles.
Azota arboles y marchita rosas.
Está solo, porque al viento, nadie lo ve, nadie lo toca.

martes, 9 de agosto de 2011

Había una vez...

El viento sopla con fuerza hoy, comenzó de madrugada, robándome el sueño al hacer tintinear las lámparas. Un afilador anuncia esta mañana sus servicios, cuchillos, tijeras...y esa musiquilla que hace años que no oía. Una buena mañana para escribir un cuento.
Recordaba con el café del desayuno, el principio de toda esta ¿historia de amor?. Sí, en realidad justamente eso es lo que es, lo tiene todo, amor, pasión, deseo, celos, dificultades, si alguien la escribiese puedo asegurar que reúne todas las condiciones para ser una magnífica novela rosa, salvo el final, aún no tiene, y cuando lo tenga no creo que sea demasiado bonito. Pero tiene un principio.
Hace algunos años pedí un cambio de servicio, una de esas cosas que se hacen así casi de pasada, por dejar de oír a los que me decían que no fuese tonta y que buscase un lugar donde el trabajo, en apariencia, era menos cansado. El destino, porque otra explicación no hay, hizo que me lo concedieran, no tenía la antigüedad suficiente, pero, quien debía aceptarlo lo rechazó, y yo, cambié de ¿suerte?.
Y allí lo encontré, lo conocía de oídas, pero no le ponía cara al nombre. Con el tiempo me confesaría que hacía años que me observaba, y que lo llenó de alegría saber que precisamente yo iba a trabajar con él
Desde el primer día me sentí comoda con él, no me costaba hablarle, ni trabajar a su lado, no había mejores compañeros ni más compenetrados. Él me buscaba a mi, y yo, lo buscaba a él. Pasaron así un par de años, entonces alguien volvió a su puesto, desplazándolo a él del suyo a mi lado. Eso nos separó, ya no pasábamos horas juntos, como mucho un par de minutos a la hora del relevo, los mismos minutos que pasamos ahora, ni más, ni menos. Y así, transcurrieron otro par de años. Fuera del trabajo sólo coincidíamos en esas salidas que hacen los compañeros juntos, Navidad y fiestas de guardar. Cervezas, risas, baile, charlas, y esos ojos suyos que me atrapaban de vez en cuando, y en los que no me importaba perderme, aunque no sabía interpretar del todo sus miradas. Estábamos bien juntos, estamos bien juntos, y eso salta a la vista de todos.
Una noche tras una de esas "fiestas", tras haber sorprendido mas de una de esas larguísimas miradas, justo cuando me despedía, con esos dos besos que se dan los amigos, esos en los que dices... te veo mañana... y amparada quizá por las copas, le dije, ¿me das otros dos?, por supuesto dijo él. ¿Y dos más? volví a pedir, encantado, contestó. Ni que decir tiene que no estábamos solos, y lo sabíamos, así que los besos no pasaron de las mejillas, aunque como después le confesé, ardía en deseos de besarle largamente y sin prisas. A la mañana siguiente le escribí dándole las gracias, por ser tan amable conmigo.
Y empezaron las palomas, yendo y viniendo, yendo y viniendo. Cada día nos descubríamos un poquito de corazón el uno al otro. Con que cuidado, con que mimo, con que cautela, para que ninguno asustase al otro.
Él aguardó para decirme que me quería al momento preciso, a una noche llena de estrellas, al vino y las velas. Sí, sé que puede parecer poco original, pero fue precioso, y era la primera vez que alguien pensaba en tantos detalles para decirme algo así.
Decir que eramos las dos personas mas felices encima de la tierra, no sería exagerar. Él llevaba años esperando, mirándome desde lejos, queriendo decirme lo que me dijo aquella noche de verano. Y yo, llevaba tiempo preguntándome porque me sorprendía pensando en él en momentos y situaciones en los que casi no venía a cuento.
Sonrisas, creo que nunca he sonreído más en toda mi vida, y lo hago cuando lo recuerdo. Quise contener lo que sentía, porque ya era consciente de que no iríamos mucho más allá de donde estábamos. Quise hacerlo, pero me crecieron unas hermosas y enormes alas debidas al amor que me llenaba, me vi capaz de volar, de llegar a cualquier parte, era feliz por primera vez en mucho tiempo. Y dejé que me inundase, deje que el amor me llenase por completo y comencé a derramarlo para él. Y él, se bañó en ese amor, y dejó que el suyo hiciese compañía al mío, dos corazones que se entendían a la perfección, como si durante toda nuestra vida nos hubiéramos estado esperando, como si cada una de las casualidades que se habían dado nos hubieran estado conduciendo a esos momentos. El uno hacia el otro.
Y entonces, como en toda historia de amor que se precie, surgieron las complicaciones y los imposibles.
Fue la primera vez que trate de matar lo que sentía. Dije basta, esa vez lo dije, no puede ser, así no puedo, no puedo, no puedo. Lloré, y él lloró, porque no podía hacer nada, porque no encontraba consuelo para mi, porque lo ahogaba la rabia. ¿por qué hemos esperado hasta ahora? me preguntaba ¿por qué hemos tardado tanto en decirnos lo que sentíamos? Cada cosa tiene su momento, le decía yo, y este era el nuestro, a pesar de todo, era este.
Mi corazón se negaba a no sentir, se negaba a relegarse al olvido otra vez, no quería dejar de latir. No podía amarlo, pero no podía dejar de hacerlo. Y como en toda historia de amor que se precie, dejé de comer, dejé de dormir, y le dije que no podía dejar de quererlo, que no me importaba nada, ni nadie. Y a él, le pasaba exactamente lo mismo. Y volvimos a vernos, empezamos a alternar la felicidad con otras cosas. Puede que la vida no sea un camino de rosas, pero algunas veces pienso que alguien ha robado todos los pétalos, y ha dejado para nosotros, para mi, solamente las espinas.
El resto de esta historia de amor, capítulo más, capítulo menos, está escrita aquí.
Algunas veces pienso, sueño, imagino, fantaseo, con que algún día leeremos todo esto juntos, porque por arte de birlibirloque, los imposible perderán algunas letras, y todo será posible.

Amarlo así me duele la mitad de los días, pero es un dolor soportable, estar sin él.... simplemente me mataría.
Pronto volveré al trabajo, a los dos minutos al amanecer, al café deprisa que se toma conmigo aun sabiendo que todos nos miran, a la charla sin sentido mientras nuestros ojos se hablan, a las caricias distraídas, a querer robar un beso a escondidas, a que me tiemblen hasta las rodillas si lo consigo, si lo consigue, a los corazones desbocados.
Suelo decirle que nuestro cuento está algo así como por la mitad, estamos escribiéndolo, hay que esperar. La vida da muchas vueltas, en esta nos hemos encontrado, esperaremos a ver que sucede con la siguiente.

lunes, 8 de agosto de 2011

Dura por fuera y blanda por dentro ¿Qué es?

Y como cantaba Julio Iglesias, la vida sigue igual.
No aprendo que unas pocas palabras, por muy a tiempo que hayan sido dichas, no cambian nada.
Me levanto con un silencio, después de unas pocas gotas de amor. Agua para el sediento, comida para el hambriento, abrigo para el que pasa frío, un corazón para otro corazón, pero sólo para hoy y nada para mañana.
Siendo una niña, en el colegio teníamos una asignatura que se llamaba Labores, sí, soy así de antigua, tanto que nos enseñaban a hacer punto de cruz, ganchillo y vainica. He de decir que es la única asignatura que he suspendido, no soy habilidosa. Aun así, el ganchillo no se me daba mal. Tenía por entonces una amiga y compañera de clase, que de toda la vida ha sido mas espabilada que yo pero también menos aplicada. Había que presentar todo un muestrario de nuestras labores de ganchillo, y ella, no lo había hecho, y yo, se lo hice enterito. Pasado un tiempo, no recuerdo muy bien que es lo que quería de ella, le recordé que me debía un favor y le dije "te hice las muestras", a lo que respondió "no haberlas hecho".
Debí aprender ese día a no esperar nada a cambio de lo que haga, a cambio de lo que dé. No pido nada, eso si aprendí a hacerlo. Pero sigo esperando siempre un premio, por pequeño que sea, algo, una muestra de reconocimiento, un... te lo mereces por todo lo que haces por mi, por todo lo que me das.
Quizá por eso esos premios vuestros, sin haber hecho nada para merecerlos, me han sabido tan bien. Porque me paso los días mereciéndome muchos premios, ganándolos a pulso, diciendo tantas y tantas veces... no te preocupes no pasa nada, otra vez será, estoy bien... haciendo mil piruetas para mantener el equilibrio de lo que me rodea, tratando de que todo el mundo esté mejor que bien, que se sientan importantes. Y es como si todos se mereciesen con creces mi esfuerzo, como si yo estuviese aquí justamente para eso, para ellos, para todos. Nadie ve nunca esas lágrimas, nadie sabe nunca como de verdad me siento, nadie me ve, porque nadie me mira. Nadie sabe si algo me duele, si se me enfría el alma de soledad, o si me sangra el corazón de amar, nadie se detiene conmigo el tiempo suficiente.
Soy tan humana como el que más, y quiero las mismas cosas que los demás, las mismas que tú.
Deja de mirarme por fuera, y por favor, mira lo que hay dentro.
No soy fuerte, sólo resistente, por fuera una roca, pero hasta las más duras se desmoronan con el tiempo. Y sentir que no le importas a nadie, es un martillo golpeando sin cesar esa roca.



sábado, 6 de agosto de 2011

365 días.

Hoy es nuestro primer aniversario, con muchas, muchísimas posibilidades de que termine por ser también el único y último.
No, no hay celebraciones, ni regalos, ni siquiera vamos a vernos. No hay noche mágica, ni estrellas, ni luna creciente, me pregunto si sigue habiendo al menos el mismo amor.
Me pasé la tarde de ayer llorando, sí, no me avergüenza decirlo, lloré sin que nada ni nadie pudiese consolarme. Tú lo sabías, pero como siempre yo misma te pongo la excusa perfecta en bandeja. No te preocupes, es sólo que acumulo mucha tensión que tiene que salir por alguna parte, pero quédate tranquilo, estaré bien. Y aunque ayer mencionaste lo especial de este día, hoy, ni siquiera te has molestado en regalarme un te quiero, o en preguntar si ya he terminado de soltar... tensión.
No lloraba por la no celebración, ni por no verte hoy, lloraba porque no dejo de ser una ilusa. Ha pasado un año, 365 días que he llenado de ilusiones, de sueños, de esperanzas, de amor para ti. No quería ver, lo que tan bien veía cuando esto comenzó, no hay futuro para nosotros y yo misma te lo hice saber. Recuerdo haberte escrito y citado un pasaje del libro que leía, que terminaba precisamente diciendo eso "el único futuro que nos queda, es el presente". Recuerdo haberte dicho que no quería que lo que acababa de pasar cambiase nada entre nosotros. ¿En qué momento deje de oírme? ¿En qué momento dejé que lo que sentía pudiese más que lo que pensaba, que lo que sabía?. Las lágrimas limpiaron de sueños mi entendimiento, se llevaron por delante las esperanzas vanas, lavaron las ilusiones, dejando una realidad límpida, cristalina, tan reluciente que hace daño al mirarla y de nuevo, me hace llorar.
Todo debió acabarse hace meses, quizá ni siquiera debió empezar. He llorado casi todos esos 365 días, unos días porque no sabía de ti, otros porque me parecía que te perdía, otros porque los imposibles me ganaban la partida, otros porque me hacía falta llorar, y otros... porque no hay nada más que eso... lágrimas y nada más.
Mato este amor una vez cada poco tiempo, y la frecuencia ha aumentado. Me lo arranco del corazón sin miramientos, te digo que se acabó, que no sirve de nada y lo sabes igual que yo, que para qué continuar, que eres feliz sin mi, y yo, yo también puedo serlo sin ti, que sigas con tu vida perfecta y que ojalá sea perfecta siempre, que vuelvo a ser sólo tu compañera y que quizá algún día vuelva a ser tu amiga. Pero que ahora tienes que alejarte de mi, ni me mires siquiera, ni me hables, ni me llames, ni me escribas, desaparece de mi vida, sé que sabes hacerlo.
Ni una sola de esas palabras abandona mi garganta, me las trago con las lágrimas, y espero, espero a que sea él quien las pronuncie.
Sé que lo hará, porque siente lo mismo que yo. Amor, sin ningún tipo de esperanza.
Feliz aniversario cariño.

lunes, 1 de agosto de 2011

Celos

Cuando uno ve una de esas telenovelas algunas veces piensa... ya no puede complicarse más, y entonces los guionistas encuentran la manera de hacerlo. Y te dices... anda ya, esas cosas no pasan en la vida real, menuda mentira. Pues pasan, algunas veces las cosas se complican tan tontamente como en las telenovelas, y nunca son fáciles de solucionar.
Celos.
No voy a decir que nunca los haya sentido, soy humana, supongo que todos en algún momento los sentimos en mayor o menor medida. La cuestión está en saber que son sólo eso, que son la gran mayoría de las veces injustificados, que no hay que oírlos ni darles pábulo. Los celos son algo que sucede solamente en tu cabeza, pero si les prestas atención... son malos consejeros, se vuelven negros, corroen todo lo que tocan. Son destructivos.
Cuando los he padecido, he callado y esperado a que se me pase. Me he convencido a mi misma de todo eso que he dicho antes, y los he alejado de mi siempre más pronto que tarde. Y puedo decir que nunca han causado problema alguno en esta... ni siquiera sé como llamarla, ¿relación? mía.
Puedo como en todo responder por mi, pero no estoy sola en esto y...
Hace unos días mencione un nombre, parece que el del mismísimo diablo, en presencia de esa mitad mía en esto. Medio de broma, sin mala intención. Alguien con quien mantuve una muy buena amistad hace casi nueve años, un hombre, otro hombre. Alguien con quien sigo teniendo cierto contacto. Contacto que se limita a una llamada de teléfono una vez al año o algo así, que por casualidades de la vida asistió a la presentación de mi libro. En fin, el dato que importa es que hablamos de hace nueve años.
Desde ese instante desconozco al hombre al que amo.
"Deja de bromear, no me gustan ciertas menciones, te quiero mucho y es normal que sienta algo de celos."
Yo, que se ve que no debo ser muy espabilada en estas cosas, pedí perdón por la broma, y con la mejor intención del mundo le conté que me llevo a aquella amistad, que nunca hubo nada mas, sólo largas conversaciones y paseos por el parque. Le expliqué la casualidad que le llevo a la presentación, expliqué y expliqué todo lo que me pareció explicable. Y él dice que cómo esa persona en concreto va a ser considerado conmigo, a ser atento sin mas motivo, sin tener nada, con alguien como yo. ¿Alguien cómo yo? ¿Qué significa ese alguien cómo yo?.
He vuelto a explicar, puede que sin necesidad pero para que lo entienda, que si tuvo alguna intención justamente la palabra es esa TUVO, en pasado, ¿qué tiene que ver con nosotros ahora? ¿qué importa lo que sucedió hace nueve años?.
Solucionamos una cosa y se nos estropean cien.
Me duele que me diga esas cosas ¿es qué él sólo es considerado conmigo porque tiene algo? ¿no decía que es y que siempre será mi amigo? ¿Cómo va a serlo?
La verdad es que no lo entiendo.
Nunca, ni por que tuviese poco de él, ni porque nunca esté para mi cuando lo necesito, ni por sus ausencias, nunca le he reprochado nada. He celebrado cada pequeño gesto que haya podido tener conmigo. He estado para él siempre, ofreciéndome incluso para cosas que nadie en mi situación se ofrecería. Y me echa en cara que hace nueve años yo tuviese un amigo.
Le dicho que ya había pedido perdón, que si me había equivocado no me costaba reconocerlo, y que desde luego no había sido mi intención despertar a ese demonio que al parecer lleva dentro. Pero no pediré perdón de nuevo.
No he hecho nada malo, y si se lo parece, fue hace nueve años.
Y él, como todos... también tiene un pasado.

Esta montaña rusa me marea.