martes, 23 de agosto de 2011

Desvaríos

Soy un efecto óptico.
Si me miras desde lejos, soy fría, seca, aburrida, poco simpática, poco habladora, poco muchas cosas.
Si te acercas y esperas, soy justamente todo lo contrario. Bueno, no soy demasiado simpática, pero tengo un pase.
Puedo ser totalmente opaca, o del todo transparente, sólo hay que saber mirar
La gran mayoría de las personas que me conocen, no saben quien soy. Sólo unos pocos, poquísimos, conocen a la verdadera Jo.
¿Me escondo? No del todo, cada día menos en realidad, es que he tardado mucho en salir a la luz. Aún no soy más que un brote de mi misma, ni siquiera yo sé que seré cuando acabe de crecer.
Precisamente hoy le decía a él, que nadie sabe tanto de mi, que nadie conoce mi corazón, mi alma y mis pensamientos, como él. Bueno, quizá mi querido Oráculo, pero ¿cómo va a vaticinar mi futuro si no me conoce y no sabe de mi?
No sé ser mala, pero creo que la maldad habita en todos nosotros, y algunas veces he creído serlo. Aunque cualquiera os diría que soy buena, en lineas generales claro. No me gustan las mentiras, pero miento, miento y callo, aunque callar no es mentir ¿Verdad?. Tengo justificación para mis mentiras, mi propia razón para hacerlo. No es ni buena, ni mala, ni la mejor, ni la peor. Pero no tengo más remedio que hacerlo, bueno, podría no hacerlo pero sería mucho más complicado, haría infelices a otras personas y así, de momento, mantengo el equilibrio. Sí, ya sé, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, cierto es, y tarde o temprano tendré que dejar de mentir.
La parte que es "mentira" es la que me hace feliz. En esa parte estoy yo, sin tapujo alguno, como aquí. Ya lo dije un día, salgo de mi vida para ser yo. Y cada día que pasa, quiero ser mas yo. Cada día me rebelo mas contra mi misma, para dejarme salir. No sé si lo conseguiré, son demasiados años pasados bajo mi propio dominio, ya no me quedan tantos por delante, y soy difícil de convencer. Me mantengo con la autoestima baja, para que esa parte emergente piense que ella tampoco tiene nada que hacer, que vale tan poco como lo que la gente ve. Sí, soy mi propio hueso duro de roer, mi peor enemigo, mi obstáculo a vencer. Una vez que acabe conmigo, nada podrá detenerme.
Recuerdo que una vez hace mucho, cuando él y yo no eramos más que buenos amigos, en una de esas fiestas de compañeros me dijo, ¿por qué tú no te acercas a bailar cariñosa como hacen las demás? Y le contesté, si algún día atravieso esa barrera y lo hago, témeme, porque entonces nada podrá pararme. Y no le mentí. Cuando hice añicos ese muro, nada ha podido frenarme, bueno... algunas cosas, pero son esos imposibles de los que estáis hartos de oírme hablar. Aunque sigo sin acercarme a bailar de esa manera cuando estamos con los demás, hay cosas que ninguna de mis "dos partes" harían jamás.
Tengo por delante un enorme muro que cada día trato de echar abajo, para volver a repararlo, hasta dejarlo prácticamente igual. Algo así como la maldición de Sísifo.
Quién sabe, quizá en otra vida ofendí a algún Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario