Algunos días algo en mi interior se niega a estar sin ti.
Sí, lo sé, lo sé, cuantas y cuantas veces renuncio a ti, tantas cariño mío, tantas que ya he perdido la cuenta.
Empiezo por creer que voy a verte, hace días ya, estoy en casa, esperando, esperando, esperando, esperando, desesperando.
Las preguntas se agolpan, dónde estarás, que harás, con quién, por qué no has venido.
Comienzo a responderme y comienzo a reprocharme que me esté haciendo preguntas, y a reñirme por contestarlas.
Y entonces una voz dentro de mí dice.... no eres lo bastante buena, no para él, no te quiere como dice, pídele explicaciones, exígele una respuesta, reclama lo que quieres, ¡A que esperas! ¡No te calles más! ¡No te aguantes más!, si te ama... si te ama... se quedará contigo.
Y a falta de otra forma de comunicarme empiezo a escribir. Escribo, escribo y escribo, pregunto, respondo, exijo, reclamo, grito, y se lo digo... se acabó, no soporto pensar que nunca seré suficiente para ti, no soporto soñar cosas que jamás tendré, me duele saber que nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, serás para mí, creí que podría aguantar eternamente, pero no puedo.
Releo, quiero estar segura de que todo lo que quiero decir está ahí, todo, sin dejarme nada.
Y otra voz dentro de mi dice.... ¿Qué te pasa? ¿Qué haces? ¿Estás loca o qué? Y si él no lucha por ti, y si ve el cielo abierto porque lo dejas, dijiste que nunca se lo pondrías fácil haciendo eso, ¿Te rindes? ¿Y tu palabra de caballero? ¿Y ese amor del que tanto alardeas? ¿De verdad vas a enviar eso?
Paseo el ratón entre enviar y cancelar.
Borro y reescribo.
Te echo tanto de menos que es mejor que no te escriba hoy.
Añado besos y envío.
Lo mismo ya no hace falta que me diagnostiquen la esquizofrenia.
Lo que si es seguro es que esto no es normal.