viernes, 28 de septiembre de 2012

Ese momento...

No veo el momento en el que vuelva a sentir el calor de tu piel en mi piel. El momento en que no haya nada entre tú y yo, ni siquiera el aire. El momento en que nada, nada, nada, nada, se interponga entre nosotros. Ese momento en el que no piensas, en el que sólo me sientes. El momento en el que únicamente oyes tu corazón  y el mio, latiendo tan juntos como les es posible. 

Y mientras llega ese momento, escribo. Las palabras salen a raudales, como la lluvia caída esta pasada noche. Queriendo como ella inundarlo todo, llegar a todas partes, empaparte de mi. Escribo y reescribo, digo y me desdigo, buscando que sepas lo que siento y evitando que te sientas culpable de ello. No puedo evitar que algunas veces sean apasionadas y ardientes, intentando que recuerdes que sientes cuando me tienes. Intentado que no olvides que sólo yo soy capaz de hacerte olvidar. Intentado que pienses que sólo yo soy capaz de conseguir que no lo hagas. Que durante una hora, dos, tú eres tú, y yo, soy yo, sin ningún tapujo, sin nada que esconder, que tendremos el alma desnuda, que llevaremos el corazón en la mano. Intentando que no olvides que sólo en esos momentos, tú y yo, existimos de verdad. Que estaremos perdidos el uno en el otro, quizá rezando para que nadie, nadie, nos sepa encontrar. Al menos yo lo haré  pidiendo a quien haya que pedir las cosas, que cuando pasen esas dos horas... te quieras quedar.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Aire..

Si no fuese por vosotros, por todos los que pasáis por aquí, por este espacio, creo que me habría vuelto loca.
Los secretos son pesados, se van acumulando y cada vez pesan más. Algunas veces su peso me hunde, me aplasta, no me deja respirar.
 Imaginad un mar helado, inmenso, enorme, frió, con una capa gruesa de hielo. Nado debajo, contengo la respiración.  Este lugar es un hueco en esa superficie congelada que me permite salir a respirar. Cuando llego hasta aquí ya no puedo más, son esos segundo en los que el instinto te dice que abras la boca en busca del preciado oxigeno para no morir, y es justo lo que pasaría si lo hiciese, moriría sin remedio. Luchar contra el instinto de sobrevivir es complicado. Aguanta un poco mas me digo, sólo un poco más, lo conseguirás.
Llego hasta aquí y.... gracias a todos, y en especial a ti Lady, sois mi aire...

viernes, 21 de septiembre de 2012

¿Qué hago?

¿Qué pasaría si le pido un descanso?
Lo peor que puede pasar es que acabe por perderle, por perderle más de lo que ya le he perdido. Lo mejor es nada, no puede pasar nada que sea mejor. Quiero decir que la cosa no tiene manera de mejorar, sólo de empeorar.
¿Qué pasaría si le digo que no va a saber de mi en algunos días?
Lo reconozco, me da miedo que esté mejor sin saber de mi. Necesito dar un descanso a mi cabeza, lleva días sin parar de luchar a muerte con mi corazón. Trata de imponer la razón, y empiezo a pensar que la tiene. Me asusta dar la razón a la razón y justo cuando sienta el alivio de lo que significa haber tomado por fin una decisión, me arrepienta y no haya una vuelta  atrás.
Esta relación nunca ha sido muy razonable, sólo eran sentimientos, sólo son sentimientos que quizá he sobrevalorado. Qué sentido tiene continuar con algo que me terminará destrozando. No entiendo sus te quiero, no entiendo nada. Necesito distancia para poder ver con claridad, y me da miedo tomarla porque quizá no vea lo que quiero ver, y él termine por ver del todo la realidad.
No tengo nada que perder si lo tengo todo perdido pero... ¿Sabe eso mi corazón?
En momentos así quisiera que alguien pudiera decirme qué tengo que hacer, y obtener el descanso que da algunas veces el limitarse a obedecer.

martes, 18 de septiembre de 2012

Otoño, dentro de nada.

El día se ha levantado de otoño, y yo, también.
No sé que estación del año quiero que sea. Si alguien me concediese el don de manejar el tiempo no sabría si ir hacia delante o hacia atrás. ¿Cambiaría el presente si pudiese cambiar el pasado? ¿Y el futuro? ¿Puedo cambiarlo cambiando el presente? Puede que haga lo que haga, de las vueltas que de, termine justo aquí. Sentada una tarde pre otoñal delante de mi ordenador escribiendo que no sé que estación del año quiero que sea.
Ahora todas traen distancia, todas traen ausencia, todas traen preguntas sin responder, ahora no hay esperanza en ninguna, ni siquiera cuando llegue la ahora lejana primavera, no, entonces tampoco. Hay un espacio oscuro delante de mi, no sé si seré capaz de caminar por él, a tientas, guiándome tan sólo por el instinto que te lleva a no detenerte, aguantando el impulso de correr, porque quizá correría y correría para no alcanzar jamás una salida. ¿Y si no hay luz al final de la oscuridad? ¿Y si todo se queda así de oscuro para siempre? ¿Y si me paro y me pierdo en la oscuridad para toda la eternidad?
¿Y si dejo de hacerme preguntas estúpidas?
El día se ha levantado de otoño...

lunes, 10 de septiembre de 2012

......

Sol de media tarde en un tórrido día de verano, el más seco, el más caluroso que podáis imaginar. Un desierto pedregoso, sin atardeceres, sin amaneceres, siempre ese sol y ese calor que acaban con todo vestigio de vida, un infierno eterno y estéril. El viento sopla fuerte y caliente levantando la tierra reseca, cegando los ojos de quien mira, y quien mira, siempre soy yo.
Vigilo, vigilo el campo donde antes crecieron mis sueños. Un lugar lleno de esperanzas y de ilusiones que ahora no es más que un páramo yermo. Nada, nada podría sobrevivir en un sitio así. Sin embargo, en cuanto un solo día dejo de vigilar, en cuanto bajo la guardia, brota lo que siento queriendo devolver la vida a ese maldito lugar. Concentro ese sol de medio día, ese calor abrasador, esa dureza extrema para conmigo misma y destruyo todo asomo de vida...otra vez.

Te lo ofrecí, tuve el valor de ofrecerte lo que pensé que nunca  te ofrecería.

¿Quieres dejar de verme? Así, dije, haciendo un gesto que señalaba la cama en la que acabábamos de hacer el amor. Así y de cualquier otra forma, puntualicé. Porque durante un tiempo, no sé cuanto, no querré verte de ninguna manera.
Yo no he dicho eso, dijiste.
No, eso te lo estoy diciendo yo. ¿Qué quieres?

Dependo de ti.

Ojalá nunca hubieras dicho esas tres palabras.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Conversaciones de alcoba.

-Dependo de ti.
-¿Qué?
-Que dependo de ti, cuando pasa un sólo día sin saber de ti yo...
-Quizá si hubieras perdido la cabeza por mi aquella noche de Agosto, quizá si hubieras pensado entonces que me querías tanto que no podrías estar sin mi, quizá entonces...
-No se trata de perder la cabeza. Tú no sabes como tengo de perdida la cabeza por ti.
-¿Qué quieres? Dime qué quieres, si no me lo dices no lo sé.
-No me fuerces a tomar decisiones.
-Yo...no...no pretendía...
-No, no me preguntes ahora eso, ahora no puedo pensar.

Los acogía una habitación en penumbra, una ventana abierta a la noche, una cama deshecha. Refugiados en la oscuridad pusieron el corazón al descubierto.

-No llores.
-No lloro.
-Estamos hablando.
-Lo sé.

Los besos de él se bebieron las lágrimas de ella. Sus manos se buscaron en la oscuridad, y las caricias restañaron heridas, el amor...

Dos horas después amanecía la realidad.