martes, 6 de diciembre de 2011

Parte de guerra.

Alguna que otra vez he descrito esta historia de amor como si de una batalla se tratase. Más bien es un ejercito, que sitia una fortaleza esperando poder conquistarla para siempre.
Ese ejercito soy yo, pertrechado para resistir incluso el frío del invierno que se avecina, apostado a una distancia prudente para recibir el menor daño posible, pero dispuesto a todo. Un ejercito formado por los más valientes, aguerridos, osados y fieros soldados, pero comandado por mi, que los mantengo a raya. Sus ordenes son simplemente aguantar, pero a la vez deben estar atentos al más mínimo resquicio en las defensas de la fortaleza, y en ese caso, avanzar.
Quizá tras una muestra de mi fuerza, tras dejar que desde esa fortaleza vieran como mis tropas practicaban con la espada, tras expresar que posiblemente un día, cansados mis soldados de tanta inactividad abandonasen el sitio del lugar, que quizá en esa fortaleza no se guardaban las riquezas de las que se hablaba, que quizá lo que había en su interior no era tan maravilloso como parecía, tras todo eso...
He visto como bajaban la guardia del castillo, como algunas, pocas, piedras que conforman ese muro infranqueable caían desmoronadas, como incluso, a ratos, me ha parecido ver movimiento alrededor del puente levadizo. Casi, casi, casi, ha sido una invitación a avanzar.
Con precaución, con mucha cautela, he levantado el campamento para instalarlo tan sólo unos metros más allá, más cerca, y justo desde ahí... continuar la espera.
Mi ejercito y yo seguimos resistiendo, animados por el breve avance. Somos conscientes de, en realidad, lo inútil de esta batalla, de mantener sitiado algo tan inalcanzable. Pero el capitán de la guardia del castillo sigue encontrándose a escondidas y amparado por la oscuridad conmigo, el comandante en jefe de las tropas invasoras, y confió, en que en alguna de esas escaramuzas sea capaz de convencerlo de que me deje entrar, de que rinda la fortaleza de una vez por todas.
Y alzarme victoriosa en mi conquista.

2 comentarios:

  1. Espero que lo consigas y que puedas poner la bandera de la victoria en ese territorio imposible y le cambies el nombre de Puedo creer lo imposible pero no lo improbable y que te alzes con la conquista que te mereces.

    Un besin. ;)

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  2. Además de la bandera de la victoria como dice Onasis...Obtendras al lado una banderita blanca.

    Que te de la paz necesaria cuando tú pelotón, avanzando poco a poquito...vaya conquistando terrenos de armonía y felicidad.

    ¡Besos Enormes, Preciosa Guerrillera!.
    =^.^=

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