sábado, 28 de agosto de 2010

Cuentos.

Él dice, que lo hago soñar.
Y yo, sigo haciendo que sueñe. Me dejo llevar por lo que siento, me estoy permitiendo el lujo de ser una adolescente atolondrada. ¿Acaso no debería?
Pues no, no debería. Intento frenar, y lo único que hago es ganar velocidad.
Consulte a mi oráculo, amigo de mente fría que suele templar la mía. Es cierto que puede ser tan gris que nubla el cielo más azul. Sus palabras están siempre vacías de cualquier sentimiento, ve tan claro lo que sucede que no se puede dudar de su palabra. Jamás hay amor en sus predicciones. Sé que sólo intenta que no me hagan daño. Sé que soy yo quien pide su opinión. Y sé, que puede, que es probable, que una vez más... acierte. Pero no he querido prestar atención a lo que ha vaticinado. Y de momento, ha dejado de saber.
Él parece tan sincero, y se pone tan nervioso cuando está conmigo. Parece un niño al que le sudan las manos en su primera cita. Sigo escribiéndole con el corazón en la punta de mis dedos, sin dejar que ni una sola frase sea repasada por mi cabeza antes de enviárselas. Y él, se bebe mis palabras. Cuando acude a mi encuentro, es el caballero de los cuentos que le he enviado. Y quiere que sea su princesa, quiere acunarme en sus brazos y protegerme de todo mal. Sé que soy mayor para los cuentos de hadas, sé que son sólo eso, cuentos. Y para colmo, yo los inventé. Están hechos a mi justa medida.
Pero mis palabras, lo hacen soñar.
Y yo, quiero por una vez y sin que sirva de precedente, unirme a sus sueños.

2 comentarios:

  1. Soy adicta a esa misma espiral de autoengaños y mentiras, de ilusiones y esperanzas, como quieras llamarlo. Sólo espero quen o sufras, ni en el camino ni al llegar a tu destino. Suerte, fe y fuerza!

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  2. Entre disfrutar como una adolescente y pensar como una adulta está la clave, creo. Todo es cuestión de equilibrio. Si fuera fácil no lo disfrutaríamos tanto.

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