miércoles, 17 de octubre de 2012

Guerra...venganza...

Primero quise guerra.
La princesa guerrera vistió con premura su vieja cota de malla y desenvainó su espada. La blandía haciendo silbar el aire al cortarlo con el filo de su temible acero. Dispuesta a hundirla sin miramientos en las blandas carnes de mis enemigas, a rebanar pescuezos y cortar cabezas. Quería sangre, sangre de víbora derramada por doquier
Después quise venganza.
Mis manos se retorcían, llenas de dedos alargados y nudosos, imaginando mil y una maneras de obtener la más  fría de las venganzas. Mi mirada se tornó aviesa, y mi risa espeluznante, mis palabras maldicientes, mi voz sibilante y mi lengua viperina. Dispuesta a ser... ¿Una víbora más? ¡No! eso ni se te ocurra Jo
Al final...
Al final he pensado en eso que suelo decir, que con la conciencia tranquila una va al fin del mundo sin tener que dar muchas explicaciones.
Y mal que le pese a alguna, la tengo. No tienen razón en aquello que dicen, no es como lo ven. Eso es algo que él y yo hemos hablado muchas veces. Lo que importa, al menos de momento, es lo que pensamos nosotros, lo que sabemos nosotros, lo que sentimos nosotros. No es ocasión de marear la perdiz, ni de levantar la liebre, no, ahora no, por nada del mundo.
Ahora me callo, y hago como si nada, eso sí, con cuidado de no pisar a las víboras  Ahora sé que están ahí  y... no descarto la idea de usar en algún momento, de dejar caer como quien no quiere la cosa, la frase que usaron para mencionarme a mi, para que sepan qué sé quienes son, que se les ha caído la careta, que por más que finjan se les ha visto el plumero.
Parece que todavía no se me han pasado del todo las ganas de guerra.... o de venganza...

1 comentario:

  1. Pues sí, suéltales esa frasecita, no dejes de hacerlo, que sepan que estás con las armas en alto y que no te vas a dejar hacer. Si quieren guerra, dales guerra, por supuesto. Pero no te agobies, tómatelo un poco incluso a juego.
    Un beso y ¡ánimo!

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