viernes, 9 de julio de 2010

En algún lugar de un perdido mar.

Nado en un inmenso mar. Braceo despacio, alguna vez deprisa, me detengo un segundo a descansar dejando que mi cuerpo se sumerja casi por completo. Sostengo como puedo la cabeza fuera del agua, para respirar. No paro de nadar, no voy a ningún sitio, pero no puedo parar. Pero hay días, en que el cansancio hace mella en mi, los brazos me duelen, tengo calambres en las piernas y necesito descansar. Busco donde asirme, algo que me sostenga, un tronco, una roca, lo que sea que me mantenga a flote unos instantes, lo justo para recobrar fuerzas y seguir. Pero no hay nada, nadie, y me dan ganas de dejarme ir al fondo, de hundirme, de ahogarme, de dejar de nadar. Las preguntas sin respuesta son un lastre más, y si alguna es respondida sólo añade más peso. Miro hacia delante, hacia atrás, y sólo encuentro ese inmenso mar en el que nado siempre sola. Me ahogo, ya no puedo más y dejo de nadar. Las olas me cubren, el frío me atrapa. ¿He llegado al final?. Pero el agua salada que me recorre la garganta no son más que lágrimas. No he dejado que mis pulmones se inunden llevándome al fondo. De una manera o de otra, busco el aire, y justo cuando vuelvo a respirar alargo un brazo, luego el otro, y comienzo otra vez a nadar.
Puede que un día deje de hacerlo, pero en mi mar sólo estoy yo, nadie lo notará.


2 comentarios:

  1. Nada , la diferencia entre vivir y morir es solo una brazada más hundirse es la solución mas fácil , para que¿? para quien?¿.
    Emplea el mar para tu paz no para tu tormento, y recuerda.............que d euna forma u otra nunca se esta solo alli.
    Besos

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  2. Menudo grito de socorro. ¿No es demasiado duro y urgente para quedarse con sólo un comentario?

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